El celo y el entusiasmo invaden todo el trabajo del Sínodo, incluso los de los círculos menores, donde los religiosos han encontrado “un amplio espacio para la discusión”. “El tema de la escucha ha sido estudiado en profundidad, lo que, cuando es auténtico, cambia tanto al hablante como al oyente”.
“Este es un sínodo – continúa la hermana Smerilli – en el que la Iglesia quiere escuchar a los jóvenes para renovarse en aquellas áreas en las que no puede hablar con los jóvenes”. Pero al mismo tiempo, la Iglesia sabe que si quiere seguir a Jesús, debe poder decir una Palabra a un mundo confundido. Una Iglesia que quiere estar en el mundo y no quiere mirar solo a las ovejas que están en el recinto, sino también a las que están afuera, sin perder su identidad y su misión”.
Los debates no niegan los escándalos de abuso, sino que se centran en los jóvenes y en las oportunidades que brindan: “De la discusión se desprende que es importante tener una mirada hermosa y positiva sobre los jóvenes... Precisamente porque la Iglesia se siente herida puede estar al lado de aquellos que están heridos”, añade la religiosa.
En cuanto a la presencia femenina de las mujeres en la Iglesia, Sor Smerilli precisa: “Es sobre todo una cuestión de mirada y participación. El Sínodo habla de eso, pero el tema real es que la Iglesia es menos Iglesia, y el humano es menos humano, si no tiene ojos masculinos y femeninos”.
Y en el Sínodo, la religiosa también aporta su riqueza de conocimientos y habilidades: “Como religiosa, mujer y economista, me gustaría prestar más atención a las cuestiones económicas con vistas a la sostenibilidad. De hecho, hay una cuarta revolución en progreso y que es la digital y debemos tener cuidado de acompañar este proceso”.
La esperanza de Sor Smerilli es que, incluso después del Sínodo, la Iglesia debe mantener el mismo espíritu y el mismo paso: “Si las obras continúan con este estilo, realmente habrá un nuevo encuentro entre los jóvenes y la Iglesia”.
Fuente: Vatican News