En el contexto de este “Año del Jubileo de la Misericordia”, elegidos por el Papa Francisco a 1075 "misioneros de la Misericordia", nos convocó a Roma para darnos el mandato y envío oficial para cumplir nuestra misión con fidelidad y coherencia.
¿Cómo fue en encuentro en Roma, en el Vaticano?
En el primer día, los misioneros dedicamos la mañana a la oración. Nos asignaron unas iglesias cercanas al Vaticano, donde recibimos el Sacramento de la Penitencia y dedicar tiempo a la oración. Luego tuvimos un encuentro con el Papa Francisco donde nos dijo que el Misionero de la Misericordia es el testigo de la cercanía de Dios y de su forma de amar y nos invitó a dejarnos reconciliar por el Señor.
¿Quién es un misionero de la Penitencia?
Soy sacerdote que debo hacer presente la misericordia. Y esta se concreta en tres tareas: la de predicar sobre la misericordia. La segunda, disponibilidad para lo que se me pida en el ámbito de la evangelización. La tercera, vivir y transmitir el Sacramento de la Reconciliación, con la facultad de perdonar los pecados reservados a la Santa Sede. Durante este año, me siento obligado a subrayar este signo de la Misericordia de Dios que es la Iglesia en medio de nuestra sociedad.
¿Qué significa el nombramiento para su vida?
Es verdad que cualquier nombramiento trae responsabilidades, pero la elección me extrañó, me sorprendió mucho. Después me causó mucha alegría. Pido al Señor la capacidad de poder ayudar a muchas personas, especialmente a los que se sienten más débiles y rotos interiormente y a los alejados, a aquellos a quienes Dios regala mimosamente su misericordia, convencido de que el oficio de Dios es acoger y perdonar.
¿Cuáles son sus anhelos y sus deseos?
Deseo que todos sepamos intensificar la vivencia de la misericordia, que celebremos bien el sacramento de la Penitencia y, por encima de todo, proyectemos a nuestro entorno, a todo ámbito familiar, la riqueza de la misericordia. Deseo ardientemente hacer de nuestras familias, hogar de misericordia, escuela de perdón, paz, respeto y comprensión. Que el misterio profundo de la gracia de Dios se derrame en misericordia para todos los que la necesitan.