¿Cómo era Azerbaijan en 2001 y cómo es ahora?
Cuando llegué, existía todavía el miedo de la guerra de Nagorno Karabakh, la región que limita con Armenia: había todavía cerca de 1 millón de refugiados, aunque ya la guerra había terminado hacía 7 u 8 años, y la gente recordaba todavía el hambre experimentada durante el conflicto.
Ahora, gracias a un nuevo oleoducto hacia Georgia y el Mediterráneo, todo es distinto: si eres un turista y visitas el país por pocos días, ni siquiera te das cuenta de que existe la pobreza. Pero hay todavía mucha, menos visible. Por ejemplo, los muchachos de la calle tienen que estar todos bien vestidos, porque si llevan ropa harapienta, la policía los lleva a los centros de menores.
¿Cómo ha cambiado la realidad de la Iglesia en este mismo tiempo?
Después de 70 años de régimen comunista, la gente había perdido completamente sus raíces, pero el 95% de la población es musulmana. Al principio, no conocían mínimamente la Iglesia Católica. Todo cambió radicalmente con la visita del Papa Juan Pablo II a Baku, en 2002: desde ese momento todo ha ido a mejor; la Iglesia Católica ha sido reconocida por la gente y por el gobierno, que concedió un terreno y el permiso para erigir una Iglesia.
¿Cómo son las relaciones con las otras Iglesias y con las otras religiones?
En verdad, tenemos óptimas relaciones con los musulmanes: muchas veces he sido invitado y he participado en festividades islámicas y viceversa, los musulmanes participan en las nuestras. Cuando construimos la Iglesia, nos ayudaron económicamente incluso empresarios musulmanes. Nosotros nos quedamos asombrados, pero nos dijeron: “Queremos que los Católicos de Baku tengan su lugar para rezar”.
Lo mismo se puede decir de la comunidad judía y de las otras confesiones cristianas. Quizá en otros lugares las relaciones con los Ortodoxos son más tensas, pero aquí hay comunicación, apertura…
¿Qué se espera de la visita del Papa?
Yo creo que traerá, por lo menos, tres grandes beneficios: en primer lugar, dará a conocer al mundo la realidad de Azerbaijan, un país multicultural y plurireligioso en el que se vive felizmente en la diversidad. También hará que la población conozca mejor a la Iglesia Católica y nuestro trabajo en favor de la sociedad. Y, por último, espero que pueda favorecer pequeños pasos hacia la paz, respecto a la cuestión todavía no resuelta de Nagorno Karabakh.