El Papa, hablando de este pastor, nos hace venir a la memoria la figura de tantos pastores y entre ellos a San Francisco de Sales, hombre innovador y comunicador por excelencia, que en su tiempo buscó con profunda creatividad la forma de acercar la gente a la fe; un incansable comunicador de la verdad y del Evangelio a través sus sencillos escritos hechos a mano y distribuidos casa por casa.
Como todos los grandes comunicadores, se caracterizaron por entender el lenguaje de su tiempo, comprender las preocupaciones y las experiencias de su gente, descubrir las necesidades profundas de las personas y desde allí llegar a la verdad.
Ellos como comunicadores y pastores, que no se negaron a ver las tensiones de su época, ni las diferencias de su gente, llegaron a comprender perfectamente que las palabras y los escritos no son suficientes porque además intuyeron que si se desea llegar al profundo de las personas y comunicar verdaderamente, es necesario transformar la propia actitud de vida asumiendo como propios los valores que se desean comunicar
San Francisco de Sales es consciente que la evangelización no podía darse lejos de la caridad ya que la mejor forma de comunicar la verdad era plasmar en la propia vida esta entrega de Jesucristo por amor a cada uno de los hombres, y hacer de la propia persona y de la propia vida, el medio para transmitir el mensaje.
Ambas figuras, San Toribio de Mogrovejo y San Francisco de Sales, vivieron en diversos contextos sociales pero tienen en común esta profunda intuición de comprender la realidad de su tiempo, siendo capaces de compartir preguntas y dudas, de recorrer un camino, de liberarse de cualquier presunción de omnipotencia y de ponerse humildemente al servicio del bien común.
Ambos son un ejemplo y un desafío para los comunicadores católicos ya que cada época es una invitación para aprender a narrar “dando razón de nuestra esperanza”; inculturar el evangelio como nos propone hoy el Papa: denunciar las injusticias sociales, promover la unidad de la Iglesia, hablar los lenguajes actuales de los jóvenes.
Finalmente ambas figuras son ejemplo de una Iglesia en movimiento, pastores que han gastan los zapatos en la calle y yendo donde había necesidad de ellos, ambos buscaron llegar a la otra orilla, no solo geográficamente sino existencialmente acercándose a aquellos que estaban lejos, con el vivo deseo de conocer, de comprender sus necesidades y proponerles el Evangelio.