¿Qué sentido tiene la muerte de tantos inocentes en nombre de Dios?
¿La violencia forma parte de la religión?
¿Cuál es la forma adecuada de ubicarnos en este clima de violencia?
Estas preguntas que nos hacemos, son fruto de nuestra proximidad solidaria con tantas familias que han visto morir a sus seres queridos y que están clamando “Padre, Padre nuestro que estas en los cielos, llegue a ti en esta hora el grito de dolor de tantos hijos”.
Después de los hechos, nos golpea el corazón y la mente una pregunta más honda ante este tipo de situaciones ¿Cuantas veces debemos perdonar? ¿Hasta cuándo es posible perdonar? Y está presente la tentación de la violencia, de responder con la misma moneda.
El Papa Francisco nos recuerda que el rechazo del perdón que construye la paz es la negación del amor de Dios. “Porque la Paz tiene un rostro y un corazón: el rostro y el corazón de Jesús, el Hijo de Dios, que murió en la cruz y resucitó precisamente para dar la paz a cada hombre y a toda la humanidad. Jesús es «nuestra paz» (Ef 2, 14), porque derribó el muro del odio que separa a los hombres entre sí”. (11 de mayo de 2015)
Como cristianos hemos sido llamados para construir espacios y oportunidades de vida y de crecimiento pero nunca para destruir; el rechazo a todo tipo de violencias lo hacemos sembrando la semillas del amor.
En nuestra Familia Salesiana son innumerables los ejemplos de personas que en estos momentos están comprometidas en la construcción de una cultura de paz y de vida, por nombrar algunos: los hermanos de Juba en Sudan del Sur, que han abierto las puertas del oratorio para acoger a tantos desplazados por la guerra, los hermanos de Siria que en medio de la guerra y la destrucción crean espacios de alegría y educación; hermanos que en Colombia educan a la paz y al respeto a los llamados “niños soldado” y tratan de ofrecerles un futuro mejor.
“Son tiempos difíciles, son tiempos de división y guerra en la joven Italia de fines de siglo XIX ”; y continuamente los colaboradores interpelan a Don Bosco con sus temores ante la frágil situación de la Iglesia del Piamonte. La opción que don Bosco les propone es clara, y es modelo valido para enfrentar este tipo de coyunturas: “construir vínculos y ante todo ser Familia”. Fruto de esta intuición el Oratorio de Valdocco que nace y se consolida como lugar preferencial de encuentro y morada de los necesitados, un espacio que supera divisiones ideológicas y religiosas del momento y abre puertas convirtiéndose en casa de todos. El oratorio es modelo de dialogo y convivencia de todos y al mismo tiempo es una vocación de servicio.