Grażyna Starzak
“Los peregrinos llegan de diversas comunidades, e incluso diócesis enteras. Están programadas las peregrinaciones para los niños, los jóvenes, los bomberos, los trabajadores ferroviarios, los donantes de sangre” - informa el P. Francesco Ślusarczyk, protector del Santuario de la Divina Misericordia en Łagiewniki.
"Debemos añadir que todos los días en el santuario es un día de Misericordia. Lo testimonian las continuas horas de confesiones, la oración permanente en la Capilla de Adoración, las conferencias, los retiros, y sobre todo la oportunidad de conocer a Jesús en la celebración de la Santa Misa. Un regalo especial de la Divina Misericordia será la llegada del Papa Francisco y la llegada de una gran multitud de jóvenes que van a disfrutar del privilegio especial de la JMJ a la luz de la Divina Misericordia y los santos fieles apóstoles como Santa Faustina y San Juan Pablo II: convirtiéndose en ‘evangelios vivientes’ para el mundo entero”.
El culto de la Divina Misericordia, de la que fue portavoz Sata Faustina Kowalska, se desarrolló lentamente y de una forma espontánea. Durante la Segunda Guerra Mundial pasó de mano en mano los libros de oración con el mensaje de la Divina Misericordia y estampas con Jesús Misericordioso, representado la revelación de Santa Faustina.
Después de la guerra comenzaron las primeras peregrinaciones. Luego llegó el momento de la llamada “notificación”, donde se prohibió las oraciones a la Divina Misericordia en las formas transmitidas por Sor Faustina. La “notificación” duró 19 años y fue un medio ‘saludable’ para el culto, ya que se extendió de forma independiente y a pesar de todas las prohibiciones existentes. Łagiewniki, el lugar donde Sor Faustina pasó la mayor parte de su vida, y donde fue enterrada, se convirtió en el centro mundial de culto de la Divina Misericordia.
En el lugar se encontraba el monasterio de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, fundada en 1891 por el príncipe Adam Lubomirski. En 1943 el monasterio colocó la imagen de Jesús Misericordioso pintado por Adolfo Hyla en acción de gracias porque la familia había sobrevivido a los peligros de la guerra. La imagen se hizo famosa por tantas gracias recibidas y cada año crecía el número de peregrinos, quienes también visitaban la tumba de Santa Faustina, que murió en olor de santidad.