Quienes somos educadores por naturaleza, el constar historias a los niños, adolescentes y jóvenes es parte esencial de la naturaleza. El mismo Don Bosco, en las memorias del oratorio escribe: “Seguí ocupándome de los muchachos, entreteniéndolos con historias…”
Hoy en día las historias se han puesto en boga. Todos nos cuentan historias. Todos hacen historias. Todos crean historias. Y la red está repleta de historias que atrapan. Pero ¿es eso lo que pide el Papa en su mensaje para la Jornada de Comunicación? Y qué pretende el Papa: “En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos”.
El documento presenta de manera didáctica y clara la belleza de y la necesidad de contar historias o mejor: de “tejer historias”, porque “sumergiéndonos en las historias, podemos encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida”. ¿Por qué? Porque en la vida “no todas las historias son buenas – escribe el Papa – Cuántas historias nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices. Casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos”. Necesitamos paciencia y discernimiento para redescubrir historias que transformen.
El mensaje nos indica que “no se trata, pues, de seguir la lógica del storytelling… sino de rememorar lo que somos a los ojos de Dios, de dar testimonio de lo que el Espíritu escribe en los corazones”. En efecto, el mensaje se centra en que el hombre debe contar y a grabar en su memoria la gran historia de amor entre Dios y la humanidad, teniendo en el centro a Jesús, “una historia que lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios”.
Como Don Bosco, aprendamos a “narrar historias edificantes”, “historias maravillosas” de Dios.