El Acuerdo provisional llega después de largos años de trabajo preparatorio: “Son los tiempos de Dios, que se asemejan a los tiempos chinos: poco a poco”, bromeó, pero no demasiado, manifestó el Papa Francisco cuando regresaba de Estonia al Vaticano.
Esta es una negociación donde, como el Papa siempre ha explicado, ambas partes han tenido que renunciar a algo. Para algunos es también una fuente de “dudas y preguntas” admitió el Santo Padre. Tal vez porque aquellos que han soportado durante años las dificultades y los problemas de vivir en la llamada “Iglesia clandestina” hoy cuestionan “el valor de los sufrimientos que se enfrentan para vivir en fidelidad al Sucesor de Pedro”.
El Santo Padre no vuelve la cabeza hacia el otro lado: “Tales experiencias dolorosas pertenecen al tesoro espiritual de la Iglesia en China y de todo el Pueblo de Dios”. Sin embargo, mira a China “como una tierra llena de grandes oportunidades y para el pueblo chino como el arquitecto y guardián de una herencia inestimable de cultura y sabiduría”.
En el tema específico de la designación de los obispos, el Papa aseguró “que el nombramiento se hace en Roma y la designación lo realiza el Papa”, y el diálogo como el paso previo, la identificación de candidatos. En cualquier caso, el acuerdo representa un punto de inflexión para la Iglesia Católica en China, porque por primera vez, introduce elementos estables de colaboración y porque avanza en la dirección de reconstituir la unidad plena y visible de la Iglesia.
“El diálogo es un riesgo, pero prefiero el riesgo y no la derrota segura de no dialogar” había manifestado el Santo Padre meses atrás. Y para el futuro, siempre hay algo que mirar: “María, Auxilio de los cristianos, para China te pedimos días de bendición y paz” es la conclusión de la oración firmada por el Papa Francisco para esta misión especial.
El Mensaje del Papa Francisco a los Católicos chinos y a la Iglesia universal