Emmanuel, partiste de campamento con cuarenta jóvenes. ¿Dónde nace esta iniciativa?
Cada año, Don Bosco llevaba a algunos de los jóvenes más comprometidos para un tiempo de formación y profundización. Don Bosco tomaba unos días para estar en paz y de esta manera, animaba a los jóvenes a asumir responsabilidades en el Oratorio de Valdocco. Hoy, el objetivo es el mismo: formar a los jóvenes en el espíritu salesiano. Este espíritu de ciudadanía, ayuda mutua y disponibilidad. Este espíritu que no se enseña sino que se da a sí mismo para vivir. Estos campamentos son una oportunidad para que experimenten y de esta manera los jóvenes cautiven a sus compañeros en el patio de la escuela.
¿Cómo se organizó el campamento este año?
Aprovechamos la oportunidad de construir el campamento con la Asociación “Diamond”, una escuela para la vida junto al mar, y que ofrece estancias educativas a los jóvenes con dificultades de relación o de comportamiento. Por lo tanto, cada uno de los jóvenes participantes pudo pasar media jornada como parte de una “tripulación”, en una nave.
¿Qué forma ha asumido la dimensión educativa?
Hemos estado muy atentos a la calidad del clima para tener la participación de los jóvenes. Lo primero que se ha buscado ha sido ‘romper la desconfianza’ desde el principio y permitir intercambios ricos en confianza mutua.
Luego, se han realizado algunas actividades lúdicas y reflexivas. Cada momento se convirtió en momento educativo: servicios, esfuerzo físico, trabajo en equipo, puntualidad…
Finalmente, la mezcla entre todos a nivel cultural, geográfico, de edad o de nivel social. Este año, siete jóvenes del Instituto Médico de “Saint Vigorde Bayeux” (Instituto Médico-Educativo para jóvenes de 6 a 20 años con discapacidad intelectual leve) se han unido a nosotros. Todos se unieron a los juegos sobre valores comunes que los comparamos con las Bienaventuranzas.
¿Qué frutos tiene esta experiencia?
Obviamente, cada joven camina a su propio ritmo. Individualmente, es demasiado pronto para sacar conclusiones. Sin embargo, tal experiencia refuerza el sentimiento de pertenencia y el deseo de involucrarse en la realidad educativa de las escuelas secundarias. Un joven está planeando convertirse en un líder para el campamento del próximo año, otro llega con una sonrisa el lunes por la mañana... Y los vínculos con los jóvenes de otras instituciones, hacen darnos cuenta de que somos realmente una “familia” con vínculos extendidos a otras escuelas.