Miguel Obando y Bravo murió a los 92 años. Fue una emblemática figura de la Iglesia católica que se destacó por su papel de mediador en los agudos conflictos militares y políticos que vivió el país centroamericano. Es cierto que la situación política no siempre juega un papel preponderante para tomar partido en favor de una persona. Puede haber sucedido en el caso del Cardenal Obando, sin embargo; su labor en favor del pueblo habla más de su persona y de vida.
Al Card. Obando Bravo le tocó vivir un período excepcionalmente difícil de la historia nicaragüense, con corrientes contradictorias. “Fustigó al régimen de Anastasio Somoza con un rigor que nadie le niega – Escribía D. Urtasun – Y lo hizo porque, según sus propias palabras, al mal hay que desafiarlo, combatirlo y vencerlo. Somoza acabó llamándole, ‘Comandante Miguel’. Con esa misma valentía se enfrentó a los comandantes sandinistas, arropado por un pueblo creyente, siguiendo a su pastor, enarbolando a Cristo”.
“Muchos le apoyan incondicionalmente y le muestran su aprecio con respeto y gratitud – continúa Urtasun – Ven en la persona del Cardenal al padre, al guía, al buen pastor. Otros -los menos- lo miran con desprecio y desconfianza, porque Obando les resulta incómodo, ya que representa la conciencia crítica de los desmanes gubernamentales. La actitud sostenida de alentar la reconciliación de su pueblo le ha conducido a actuar como mediador en repetidas ocasiones…”.
El Cardenal Obando y Bravo fue declarado “Prócer de la Paz y la Reconciliación”, de Nicaragua por la Asamblea Nacional en 2016.
Mons. Obando nació el 2 de febrero de 1926 en el municipio de La Libertad, provincia de Chontales, centro del país. Procedente de una familia campesina, tras realizar sus estudios en la Congregación Salesiana fue ordenado Sacerdote el 10 de agosto de 1958, nombrado Obispo el 31 de marzo de 1968. En febrero de 1970 fue elegido arzobispo de Managua y el 25 de mayo de 1985 fue ordenado cardenal por San Juan Pablo II.