Ya San Pablo en su carta a Timoteo consideraba importante y recomendaba a todos los cristianos la amabilidad con todos. Amable es aquella persona que, por su actitud afable, bondadosa, complaciente y afectuosa, es digna de ser amada.
Don Bosco como “pedagogo” de los jóvenes, sabía por experiencia, que no basta amar. La “caridad pedagógica” exige algo más; “Hacerse querer; es decir: saber traducir el amor en actitudes de bondad, amabilidad, en metodología de amistad, en familiaridad de diálogo y en alegría de convivencia” .
Se trata, pues, de “hacerse querer” que es fruto de una espiritualidad y de una metodología apostólica particularmente originales.
Este será el deseo de Don Bosco a sus Salesianos “Estudia la forma de hacerte querer” delante de los jóvenes.
La amabilidad produce paz y es contagiosa, tiene el poder de “desarmar corazones”; en otras palabras, la cortesía tiene la capacidad de liberar al otro de las emociones negativas, pues ante un gesto gentil, el otro baja las manos, se tranquiliza. Crea y fortalece vinculos.