Por: Anita Motha, BOVA
Sesenta y dos muchachos y jóvenes entre 7 y 21 años, todos enfermos con SIDA, y casi la mayoría enfermos desde el nacimiento. Un grupo de ellos han perdido al menos a uno de los padres. Son muchachos y jóvenes que viven en el centro. El Director, es el P. Daniel Sebastián, quien en los últimos cinco años ha desarrollado una estructura con un enfoque holístico. Todos los muchachos son responsables de la alimentación y del cuidado de los animales, todos trabajan la tierra, cuidan los árboles frutales, el cultivo de las hortalizas y del maíz...
Desarrollan una hora de deporte cada día. Cada dos semanas hay iniciativas de teatro, canto, baile... En todas las actividades participan todos los muchachos con entusiasmo y expresan sus talentos. La educación está muy bien cuidada: después de la escuela, dedican dos horas para el estudio al día. El calendario de actividades es muy apretado, por ello durante el fin de semana tienen un poco de tiempo para relajarse.
Todos los muchachos toman sus medicamentos dos veces al día. Con la atención que se les da a la salud estos muchachos tienen más esperanza de vida.
La Obra centra su proceso educativo con el método salesiano, y para todos los muchachos el lugar donde viven es el hogar, la escuela, el patio, la iglesia. Muy pocos son católicos, pero todos participan de las oraciones de la mañana y de la tarde. Tienen una fuerza espiritual y humana grande por las enseñanzas recibidas de Don Bosco.
Estos muchachos y jóvenes luchan desde el nacimiento con el VIH. En los pueblos de proveniencia existe un estigma social hacia la enfermedad y sufren por el rechazo de sus comunidades y por la apatía de sus familias. Ellos saben que probablemente tengan que morirse jóvenes. Algunos vieron morir a sus padres. Otros viven con el hecho de que tienen hermanos mayores que no tienen el virus. Son los muchachos que muy aparte de los desafíos normales de la infancia y de la adolescencia, deben luchar contra los enormes problemas de la enfermedad.
Sin el cuidado encomiable y sin el sacrificio diario de los hijos de Don Bosco, estos muchachos y jóvenes, podrían estar muertos actualmente.