Mónica es misionera y hace que todos los momentos comiencen y terminen con una oración, tanto en el colegio como en el oratorio. Los niños miran a Mónica cuando reza. Observan cómo coloca sus manos unidas para rezar. Oyen cuando reza el Padre Nuestro. Ponen atención a la cruz que lleva colgada en el pecho.
Mónica es profesora y sobre todo educadora. Enseña matemáticas en el garaje convertido en un aula de clases. Lo que es un garaje que normalmente sirve para almacenar las cosas, se vuelve un lugar para enseñar. A los niños les enseña a sumar y restar, pero sobre todo les enseña a ser felices.
La “Gringa” es zapatera. Los niños buscan que Mónica les preste atención. Algunos se quitan las correas de sandalias solamente para pasar más tiempo con la profesora.
La “Gringa” en las misiones es enfermera. Los niños se acercan y le enseñan las llagas de los dedos de los pies desnudos, las heridas de pequeñas peleas, todo esto para recibir una curación o un abrazo y principalmente para escuchar unas palabras de compasión.
“Como ‘Gringa’ en la misión soy una herramienta en las manos de Dios. Como escribió San Pablo: Soy plenamente libre; sin embargo, he querido hacerme esclavo de todos (Cor 9,19). En mi manera de actuar hago todo lo que puedo, para ser justa con todos, pero lo más importante es estar alegre, para educar a los niños y darles ejemplo a través de las cosas cotidianas en un lugar común. No importa si lo hago como profesora, zapatero o enfermera. Importante es que puedo dejar una pequeña huella en los corazones de nuestros niños”.