En el encuentro del sábado en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre entregó el discurso preparado para la ocasión y luego habló espontáneamente con los trabajadores del mundo de la comunicación, recordándoles el sentido profundo de su vocación: “Comunicar es salir un poco de uno mismo para dar algo de lo mío al otro. Su labor es un trabajo que construye, que hace avanzar a todos…”, afirmó.
Reiteró además que, para que la comunicación sea efectiva, es necesario permanecer anclados en la verdad. La pregunta que el papa plantea a los periodistas es aún más profunda y radical: “¿Pero tú eres verdadero? No solo en lo que dices, sino en tu interior, en tu vida, ¿eres verdadero?”.
En el discurso entregado a los presentes, el Pontífice destacó la importancia del periodismo libre y responsable, recordando el sacrificio de muchos reporteros que han dado la vida por la verdad, y realizó un llamado a la liberación de los periodistas encarcelados en todo el mundo.
Asimismo, en ese texto, el papa exhortó a los comunicadores a no ceder a la tentación de la superficialidad y la desinformación, reafirmando que la misión del periodismo debe estar siempre guiada por la búsqueda de la verdad y la justicia. De hecho, para evitar la “‘putrefacción cerebral’ causada por la dependencia del scrolling constante en las redes sociales”, el Pontífice subrayó: “Necesitamos una alfabetización mediática, para educarnos y educar al pensamiento crítico, a la paciencia del discernimiento necesario para el conocimiento”.
El día siguiente, la celebración del Jubileo del Mundo de la Comunicación culminó con la eucaristía del VI Domingo de la Palabra de Dios, en la cual el papa Francisco reflexionó sobre el papel central del Evangelio como guía segura y fuente de esperanza.
“El Evangelio es palabra viva y segura, que nunca decepciona”, afirmó, invitando a los fieles a no sucumbir a las ilusiones del poder y la vanidad. El Pontífice recordó que la historia demuestra cómo el mal no tiene la última palabra y que la guerra y la muerte no prevalecerán sobre los pueblos. “El mal tiene los días contados”, declaró con firmeza, exhortando a la comunidad cristiana a mantenerse firme en la fe y el amor por el prójimo.
El papa también dedicó un pensamiento a los más débiles y vulnerables, subrayando que la misión de la Iglesia es acompañar a quienes sufren y están marginados. “Jesús nos libera de toda cadena interior”, dijo, alentando a todos a vivir con esperanza y solidaridad. Reiteró que la verdadera libertad nace de la confianza en la Palabra de Dios, que brinda apoyo y guía en los momentos de dificultad.
Además, Francisco invitó a la comunidad cristiana a ser testigo de esperanza en un mundo marcado por conflictos y divisiones. El Santo Padre destacó cómo la fe cristiana debe ser un faro de luz en las tinieblas, ofreciendo consuelo y apoyo a quienes lo necesitan.
Con las palabras de su homilía, el papa concluyó reafirmando la centralidad de la Palabra de Dios para todos los fieles, y especialmente el valor del Evangelio como “palabra de misericordia, compasión, luz, libertad y alegría”. Por ello, exhortó a todos a dejarse inspirar por el Evangelio, practicando su lectura diaria.
