Los jóvenes que, al alcanzar la mayoría de edad, salen de los sistemas de protección para menores, deben afrontar, además, el desafío de lograr ser completamente autónomos, sumado a la difícil situación que ya están viviendo en este período histórico. La autonomía para estos jóvenes significa, en primer lugar, tener un trabajo, lo cual no es algo seguro en un país donde el desempleo juvenil alcanza el 20,1% y el fenómeno de los Ni Ni (jóvenes que no estudian ni trabajan) registra cifras entre las más altas de toda Europa: en Italia uno de cada cinco jóvenes de entre quince y veintinueve años no estudia ni trabaja.
Para intentar responder a esta situación, acompañando a los recién mayores de edad acogidos en comunidades de vivienda y jóvenes que provienen de contextos de dificultad y vulnerabilidad, Salesiani per il Sociale APS promueve programas de inserción laboral y profesional, que cada año apoyan a miles de jóvenes, muchos de los cuales se llevan a cabo en las periferias italianas más vulnerables.
“Hoy en día, a menudo los jóvenes son ‘huérfanos de padres vivientes’, un fenómeno cada vez más frecuente. La ausencia parental es muy fuerte, a menudo hay padres y madres sometidos a procesos penales, o en general, no tienen la posibilidad de cuidar a sus hijos”, relata el padre Francesco Preite, presidente de Salesiani per il Sociale. Cada joven, hasta los dieciocho años, es acogido por los servicios sociales y confiado a hogares comunitarios; cada uno tiene un proyecto educativo individual y es acompañado por educadores – además de psicólogos y una red de profesionales y voluntarios – y es ayudado en el desarrollo de sus competencias. Pero es un proceso importante que se interrumpe al llegar a la mayoría de edad.
Así nació el proyecto Officine Don Bosco, que permite acompañar a los jóvenes hacia la autonomía de manera gradual. Se comienza con la formación, con cursos de profesionalización, luego sigue la pasantía y, finalmente, la posibilidad de contratación en una empresa. Es un proceso virtuoso que requiere de la colaboración en red, empezando por las empresas del territorio. La posibilidad de tener un trabajo cambia la vida de estos jóvenes, como sucedió con Ousmane.
Llegó de Zambia a Turín a los diecisiete años, sin su familia, y durante meses vivió en un refugio: “Ni siquiera sabía cómo moverme en la ciudad, no conocía las calles. Supe que en esta comunidad salesiana ayudaban a jóvenes en dificultad y fui allí. Me acogieron, estudié y a los dieciocho años hice un curso. Realicé una pasantía en una empresa y comencé a trabajar como diseñador gráfico. Hoy tengo un contrato, también como diseñador gráfico, en otra empresa en Chivasso y una casa propia. Puedo permitirme pagar el alquiler todos los meses. Mi vida ha cambiado completamente”.
Negin, una joven afgana, también tiene un camino interesante para contar: con los talibanes en el poder, las escuelas y universidades fueron cerradas para las chicas. Ella logró escapar, llegó a Italia, fue acogida por los Salesianos y ahora se está graduando en Economía. “Está cumpliendo su sueño”, añade el padre Preite.
Además de la inserción laboral, Salesiani per il Sociale – gracias al apoyo de los benefactores – también logra ofrecer alojamientos: “Tenemos grupos de apartamentos, es decir, viviendas que ofrecemos por un período corto o largo a los jóvenes que salen de nuestros circuitos. Muchos de los jóvenes que cumplen dieciocho años no saben adónde ir y les proporcionamos alojamiento, al menos por un tiempo, hasta que encuentren un trabajo y un lugar propio”.
Los jóvenes recién mayores de edad acogidos por Salesiani per il Sociale muchas veces están desilusionados, habiendo pasado ya por muchas pruebas en lo que debería haber sido una etapa de crecimiento serena y feliz. Por su parte, los Hijos de Don Bosco y quienes colaboran con ellos se esfuerzan por dar a estos jóvenes una segunda oportunidad, para hacerles soñar nuevamente, para ayudarles a construir un futuro y ser libres.