“Esta misma lógica – prosigue el pensamiento del Pontífice – hacía que para él, gran pensador, el lugar del encuentro más profundo consigo mismo y con el Señor no fuera la lectura o la reflexión, sino el diálogo en oración, de corazón a corazón, con Cristo vivo y presente. Por eso Newman encontraba en la Eucaristía el Corazón de Jesús vivo, capaz de liberar, de dar sentido a cada momento e infundir en el hombre la verdadera paz”.
Don Bosco, en la Basílica del Castro Pretorio de Roma, Templo internacional de la devoción al Sagrado Corazón, hace construir varios altares laterales, donados por familias adineradas de Francia e Italia. El único altar que adquiere es el altar central dedicado al Sagrado Corazón. La elección no es casual, sino que indica la centralidad de la Eucaristía en su sistema preventivo.
También Don Bosco, como el cardenal Newman, está convencido de que el Corazón de Jesús es la Eucaristía, y solo la relación personal con Él vivo permite a cada joven crecer como adulto realizado. La historia del altar central no es muy conocida: es el altar del famoso milagro eucarístico de Siena.
El 14 de agosto de 1730, víspera de la solemnidad de la Asunción de María, ladrones sacrílegos desconocidos robaron, de la iglesia de San Francisco, la píxide de plata que contenía trescientas cincuenta y una hostias consagradas, tan numerosas en vista de la inminente festividad. Tras tres días de búsqueda, el 17 de agosto las hostias robadas fueron encontradas íntegras en la iglesia sienesa de Santa María de Provenzano, en una caja para limosnas, y al día siguiente fueron devueltas, en una solemne procesión, a la iglesia de San Francisco, donde aún se encuentran, intactas como en el momento del hallazgo.
En la época de la construcción de la Iglesia del Sagrado Corazón, la iglesia de San Francisco en Siena, de estilo románico y posteriormente transformada con añadidos barrocos, estaba volviendo a su estilo arquitectónico original, por lo que los altares barrocos fueron retirados.
Al enterarse Don Bosco de que precisamente el altar donde se habían conservado las partículas del milagro eucarístico debía ser sustituido, aprovechó la oportunidad y compró ese altar para colocarlo en el centro de la Basílica dedicada al Corazón de Jesús. El mensaje es claro: el Sagrado Corazón de Jesús es la Eucaristía y solo ofreciendo a él el propio corazón y recibiendo el suyo se puede llegar a ser capaz de amar como Él. Es una verdadera operación de trasplante de corazón. La frase escogida por Don Bosco en la Iglesia está tomada del libro de los Proverbios: “Praebe, fili mi, cor tuum mihi” (Ofréceme tu corazón, hijo mío).
Una bella imagen para redescubrir la centralidad de Jesucristo en la vida salesiana, como recuerda el tema del CG29.