“Esta experiencia nos dio la oportunidad de encontrarnos con personas exiliadas de sus países, conocer la realidad de sus vidas, escucharlas, ayudarlas y sentir empatía y compasión hacia ellas”, explicó Marie, una de las voluntarias participantes.
El equipo intergeneracional que participó estaba compuesto por miembros del comité directivo de VIDES, por tres Salesianos Cooperadores, por un miembro del equipo educativo del complejo escolar “San Juan Bosco” de Guines y por varios voluntarios, entre ellos también la hermana Nathalie, misionera congoleña que llegó con una joven siria, musulmana, acogida en la comunidad de las Hijas de María Auxiliadora de Brujas; todos tenían un objetivo común: ayudar a los refugiados.
El primer domingo, después de haber celebrado la Misa en la iglesia de Guines, los miembros de la expedición tuvieron la posibilidad de participar en un juego de rol llamado “El viaje del migrante”, conducido por Pierre-Jean Allard, quien llegó especialmente para introducirlos en la realidad de la migración. “Todos los conceptos relacionados con la condición y la historia de los migrantes fueron tratados en un juego de rol muy realista sobre la inmigración”, contó Claire, otra voluntaria.
Luego, cada mañana había un momento de oración, seguido de una formación (sobre la pedagogía salesiana, el choque intercultural, la situación de los migrantes y refugiados) y de una mañana de paseos eco-espirituales en la Costa de Ópalo, basados en meditaciones extraídas de la Laudato Si’ del Papa Francisco. La hermana Annécie Audate, Directora General de VIDES Internacional, compartió vía video las preguntas, las convicciones y los desafíos de la organización en el ámbito del voluntariado para los migrantes.
“Pero cuando fue mi turno de ir a encontrarme con los refugiados en los campos, fue un shock total. No podía creerlo, estaba consternada y enfadada, porque era inimaginable que personas y niños estuvieran sometidos a una atrocidad semejante, y me dije: ‘¡Esta es la realidad!’ Y lo que me conmovió aún más fue mi impotencia. Estaba aún más enfadada y me repetía: ‘¿Por qué?’”, relató la hermana Alessandra.
Para apoyar a los voluntarios en su servicio, el Padre Daniel Federspiel, Superior de los Salesianos de Don Bosco de Francia y Bélgica Sur (FRB), se unió a ellos y tuvo un gran éxito con sus trucos de prestidigitación, además de introducirlos a los espectáculos de marionetas, que luego compartieron con los refugiados acompañados por Secours Catholique en Calais.
“Confrontarse con los operarios de Secours Catholique, encontrarse inmersos en su trabajo, escuchar las situaciones a veces terribles que enfrentan y al mismo tiempo ver la alegría en los rostros de las personas cuando pusimos en escena un espectáculo de marionetas, o admirar a los niños que bailaban y jugaban con nosotros tomados de la mano, fue conmovedor, hermoso, y nos dio una renovada confianza en la humanidad. ¡Esperamos lo mejor para ellos, a pesar de las tragedias que aún puedan vivir! Y esperamos que al pasar tiempo con ellos, ofreciéndoles un poco de alegría, hayamos podido ayudarles a superar un poco los momentos difíciles”, testificó Cendre.
¿Qué puede ofrecer este campo a los jóvenes? Esto es lo que reportaron los voluntarios:
“Los jóvenes involucrados pueden conocer de cerca a los migrantes y desarrollar una mayor compasión, solidaridad y espíritu fraternal. De este modo, pueden cambiar la mentalidad y contribuir a abrir, o reabrir, los corazones. En contacto directo con las posibilidades y dificultades sobre el terreno, pueden crecer en su visión y proponer iniciativas capaces de ayudar. El número de migrantes es muy alto y continuará siéndolo dado el contexto actual, por lo tanto, es urgente unir nuestras fuerzas, para que cada uno se sienta involucrado en los sufrimientos de los migrantes y pueda, a su nivel y según sus posibilidades, contribuir a mejorar su suerte”, dijo Hélène.
Fuente: Don Bosco Aujourd’hui