Vaticano – Serán santos Carlo Acutis y Giuseppe Allamano

24 Mayo 2024

(ANS – Ciudad del Vaticano) – En la audiencia concedida el jueves 23 de mayo de 2024 al Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, el Papa Francisco aprobó los decretos que llevan a la canonización al Beato Carlo Acutis, joven fiel laico; nacido el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra) y fallecido el 12 de octubre de 2006 en Monza (Italia); y al Padre Giuseppe Allamano, sacerdote fundador del Instituto de las Misiones de la Consolata, nacido en Castelnuovo Don Bosco (Italia) el 21 de enero de 1851 y fallecido en Turín (Italia) el 16 de febrero de 1926.

Quizás para muchos ya lo era, pero ahora ha llegado la “oficialidad”. Carlo Acutis, ya pronosticado por muchos como futuro “patrono de Internet”, se convertirá en santo. Fallecido a tan solo quince años, era creyente; no de manera tibia como se podría pensar para un joven de su edad. Creía en Dios de manera profunda y sincera. “La Eucaristía es mi autopista hacia el Cielo”, repetía a menudo el joven, dando así profundo testimonio de su fe. A los quince años, Carlo Acutis ya había recorrido rápidamente lo que significa tener fe, amar a la Iglesia y a los pobres, y utilizar su creatividad en la web para dejar un mensaje - con su muestra sobre milagros eucarísticos - que no se pierde como muchos algoritmos.

Y esto a pesar de los intensos sufrimientos causados por la terrible enfermedad que lo llevó a la muerte. El joven, de hecho, fue abatido por una leucemia fulminante en 2006. En casos como este, el desaliento y el miedo son los sentimientos que prevalecen en una persona. Pero no en su caso. Porque fue creyente hasta el final, sin ninguna vacilación. Y no solo palabras. Porque Carlo no olvidaba a los más necesitados. Su vida era la de un adolescente normal, pero al mismo tiempo ayudaba a los pobres y no olvidaba ir a Misa todos los días. El joven era particularmente devoto a la Virgen y a San Francisco.

El Papa Francisco lo beatificó en 2020, en Asís, donde ahora descansa en el Santuario de la Desnudez, meta de infinitas peregrinaciones.

Y es aquí donde comienza la extraordinaria historia del milagro que llevará a la canonización de Carlo. Entre los muchos peregrinos en su tumba, el 8 de julio de 2022, un viernes, estaba también una mujer, Liliana, de Costa Rica. Se arrodilla, reza y deja una carta, palabras de esperanza que envuelven la peor angustia para una madre. Seis días antes, el 2 de julio  por la noche, su hija cayó de la bicicleta mientras volvía a casa en el centro de Florencia, donde se encontraba desde 2018 para estudiar. La noticia que llega del hospital Careggi es devastadora. Trauma craneal muy grave, intervención de craneotomía, extirpación del hueso occipital derecho para disminuir la presión, esperanzas de sobrevivir casi nulas.

Ese 2 de julio, la secretaria de Liliana comienza a rezar al beato Carlo Acutis y el 8 de julio Liliana misma va a Asís. Ese mismo día el hospital informa: Valeria ha comenzado a respirar espontáneamente, al día siguiente comienza a moverse y parcialmente a hablar. A partir de ahí es uno de esos casos en los que los protocolos médicos se hacen a un lado. El 18 de julio la tomografía muestra la desaparición de la hemorragia y el 11 de agosto la joven es trasladada para la terapia de rehabilitación, pero después de solo una semana está claro que la recuperación completa está a un paso. Y el 2 de septiembre, madre e hija están de nuevo en Asís en la tumba de Carlo para dar su infinito agradecimiento.

Al mismo tiempo, el Santo Padre ha autorizado la canonización del Beato José Allamano: conciudadano de Don Bosco, al haber nacido también en Castelnuovo d'Asti (hoy Castelnuovo Don Bosco), era también sobrino del guía espiritual del Santo de los Jóvenes, es decir, San José Cafasso.

De niño, José creció entre los salesianos, a los veintidós años, ya sacerdote, soñaba con partir en misión, pero la salud lo obligó a ocuparse de otra cosa. A los veintinueve años lo enviaron a dirigir el santuario mariano más grande de Turín, dedicado a la Virgen Consolata, y él lo devolvió al esplendor de antaño, tanto que el sueño de las misiones se transformó en una obra mayor, el Instituto de las Misiones Consolata, que fundó en 1901, no sin tener que esperar años para obtener la aprobación oficial. Luego, a petición del Papa Pío X, también constituyó una rama femenina, con las Hermanas Misioneras de la Consolata.

Envió a sus primeros misioneros a Kenia, pero sintió que aún no era suficiente, considerando que la evangelización debía sacudir a toda la Iglesia. Y en 1912, con la adhesión de otros líderes de institutos misioneros, denunció a Pío X la ignorancia de los fieles sobre la misión, por la insensibilidad generalizada en la jerarquía, proponiendo instituir una Jornada Misionera anual, “con la obligación de una predicación sobre el deber y las formas de propagar la fe”, algo que sucedería a partir de 1927. En vida se le reprochaba que cuidara más la enseñanza de los oficios que las estadísticas triunfales de los bautismos. Pero para él, el Evangelio y la promoción humana debían perseguirse juntos, con pasión y capacidad.

El milagro reconocido que lo llevará a la canonización ocurrió precisamente en tierra de misión, en una realidad también conocida por los Hijos de Don Bosco: se trata de un hombre que sobrevivió de manera inexplicable al ataque de un jaguar.

Juan Pablo II lo beatificó en 1990 y cuando sea canonizado se convertirá en el tercer santo de Castelnuovo. 

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