Por: P. Pierluigi Cameroni, SDB
El P. Pavoni tiene todas las credenciales para ser considerado y estudiado como un precursor. Por ejemplo, en lo que se refiere a las ideas y experiencias de San Juan Bosco o el P. Murialdo, que vieron el fenómeno de la marginalidad juvenil como uno de los grandes dramas que caracterizaron a la época de transición entre el antiguo régimen y la sociedad industrializada, Pavoni entendió que el camino de la redención solo puede ir a través de la formación integral de la persona, con un enfoque en la formación profesional.
Nos son pocas las congregaciones modernas que consideran a San Ludovico Pavoni un punto de referencia, el creador de un nuevo tipo de religioso, tanto como sacerdote o como hermano. Si la educación religiosa sigue siendo el objetivo fundamental, Pavoni ve en el terreno profesional el más adecuado para la formación que cubre todos los aspectos de la persona. La espiritualidad que anima el proyecto se basa en la de San Ignacio de Loyola, San Francisco de Sales, San Alfonso María de Ligorio.
San Pavoni no fue un educador, pero pone en práctica un método educativo real, que se caracteriza por dar énfasis en la prevención. La centralidad de la fe cristiana, el amor por cada persona, la importancia del trabajo como herramienta de desarrollo humano y social, la firmeza de reglas dentro de una organización que es sin duda de tipo familiar; la atención prestada a la relación el personal y al uso de la argumentación razonable en lugar de imposición: estos son los componentes de un proyecto que tiene como objetivo dotar a los jóvenes de las herramientas necesarias para asegurar su personalidad equilibrada y un papel social reconocidos, antes de que el impacto con la realidad social los conduzca inexorablemente al borde, con todos los costos personales y colectivos que esto conlleva.
En el decreto del 5 de junio de 1947, emitida por el Papa Pío XII, Pavoni es definido: “Otro Felipe Neri, el precursor de San Juan Bosco, perfecto emulador de San José Cottolengo”. Un reconocimiento de autoridad que recibió y se confirmó con la canonización.