Las personas son nuestros mayores recursos. Por tanto, hay que dar una importancia primordial al desarrollo de nuestros recursos humanos. Hay personas capaces de generar un excedente de recursos, es decir, más de lo necesario para sus necesidades esenciales. Sin embargo, esto también conlleva la responsabilidad de ser administradores de los recursos que Dios les ha confiado.
Ciertamente, los pobres están cerca del corazón de Dios. Pero hay personas materialmente ricas que son espiritualmente, emocionalmente o relacionalmente pobres y que necesitan atención y cuidado tanto como los materialmente pobres. Sea que las personas tengan mucho o poco, todos tienen la posibilidad de poner sus recursos a disposición de Dios. Así, las personas que no disponen de un gran excedente de recursos pueden experimentar la alegría y la satisfacción de aportar sus sencillos recursos personales, materiales y espirituales. Ponen de buena gana a disposición los propios recursos porque a través de historias, fotos, breves vídeos, monitorización de los progresos, valoración del impacto, responsabilidad y transparencia confían en que éstos serán utilizados de modo responsable.
Pero, nuestras actividades misioneras no pueden reducirse al dinero, porque son más grandes que el dinero. Es entonces necesario pasar de la “recogida de fondos” a la “movilización de los recursos”. La movilización de los recursos misioneros es lo contrario de mendigar. Es proclamar aquello en lo que creemos, ofreciendo a las personas la oportunidad de estar involucrados con nosotros en nuestra extraordinaria y exaltante misión e invitándole a colaborar de modo significativo de varios modos a la obra de construir el Reino de Dios que ya está presente entre nosotros.
Invitando a las personas a participar con un gesto concreto para aliviar la pobreza y proclamar el Evangelio – utilizando el propio tiempo, los talentos y el tesoro – esos se convierten en parte de algo más grande que ellos mismos, llevando una visión inspiradora en su vida y les ofrece un nuevo sentido de pertenencia a nuestra familia humana.
La movilización de recursos es un ministerio tan importante como la celebración de los sacramentos o la enseñanza del catecismo. Es dar una perspectiva espiritual a quienes disponen de tiempo, talentos u otros recursos. Pero, si falta la espiritualidad, la movilización de los recursos se convierte en una actividad comercial o en una simple agencia para la distribución de fondos para los necesitados. La principal preocupación de la movilización de recursos es que, al ofrecer sus recursos, las personas se acerquen más a Dios y se encuentren en una nueva comunión espiritual con la familia humana en general. En efecto, cuando las personas ofrecen sus recursos para la creación de una comunidad de amor, se crean relaciones duraderas y crece el amor. Comienza entonces un signo de nueva vida.
Como ministerio, la movilización de recursos misioneros está fundada en la oración y realizada en la gratitud. La oración descubre las motivaciones escondidas de aquellos que tienen recursos y de aquellos que buscan movilizarlos. La oración nos permite vernos a nosotros mismos y a los demás como Dios nos ve y profundiza en la conciencia de la bondad de Dios, haciendo crecer en el corazón de la persona el espíritu de gratitud.
Asimismo, la movilización de recursos misioneros implica una verdadera conversión personal, un cambio profundo en la forma de ver, pensar y actuar de quienes disponen de recursos y de quienes tratan de movilizarlos. Las personas que disponen de recursos adquieren una mayor conciencia de que incluso un acto de generosidad aparentemente pequeño puede convertirse en algo mucho más grande de lo que se puede imaginar. Al contrario, aquellos que buscan movilizar recursos están desafinados gestionando o utilizando mejor sus recursos actuales, y verificando si su seguridad está totalmente en Dios. En efecto, solo cuando se está libre del apego a los recursos se puede pedir libremente a los demás compartir sus propios recursos y ser responsables de aquello que se recibe.
En la Sociedad Salesiana hay cuatro Procuras Misioneras instituidas por el Rector Mayor (en Bonn, Madrid, New Rochelle, Turín) para movilizar los recursos que sostienen las actividades misioneras de toda la Congregación. Además, muchas inspectorías han creado sus propias procuras misioneras inspectoriales (Reg. 24). En efecto, la prioridad debería darse a la movilización de los recursos locales. Siempre hay que tener en cuenta que la movilización de los recursos misioneros tienen el objetivo último de promover el espíritu misionero de Don Bosco. Por lo tanto, se debe garantizar que los recursos sean destinados a sostener la actividad de evangelización, la formación y aquellas directas a promover y favorecer la animación misionera en cada comunidad educativo-pastoral local y en cada inspectoría.
PARA REFLEXIONAR Y COMPARTIR:
¿De qué modo nuestra movilización de recursos puede ayudar a las personas a acercarse a Dios?
¿De qué modo nuestra movilización de recursos puede convertirse animación misionera?