Ambas comunidades están situadas en la región de Bono, donde los residentes -la mayoría de los cuales son agricultores pobres- dependen de los cursos de agua cercanos para satisfacer sus necesidades de agua. Estos cursos de agua son a menudo poco fiables y suelen estar contaminados por los animales de pastoreo que beben de la misma agua. Gracias a una red de bienhechores, Salesian Missions ha podido cambiar la vida de estas personas.
Una de las dos comunidades beneficiarias es Kojokesekrom, una zona en la que trabajan cientos de personas, la mayoría empleadas en granjas locales. Sin embargo, debido a la extrema pobreza, muchos huyen en busca de una vida mejor. El viaje, sin embargo, es traicionero y muchos corren el riesgo de no sobrevivir o de ser capturados y vendidos como esclavos.
"Afortunadamente, gracias a la concienciación sobre este peligro, en los últimos años muchos de estos jóvenes han sido rescatados y traídos de vuelta a casa", explica el Padre Timothy Ploch, director interino de Salesian Missions, "su mejor oportunidad en casa es convertirse en agricultores, aunque no es una industria rentable y sus vidas son muy difíciles".
Los salesianos de la parroquia María Auxiliadora de Odumase atienden a estos jóvenes y a sus familias. La iniciativa "Agua limpia" dio como resultado la instalación de un pozo y una bomba que ahora proporcionan agua potable a todo Kojokesekrom. Esto significa que los residentes ya no correrán el peligro de contraer enfermedades por beber el agua y ya no tendrán que preocuparse por el riesgo de que los arroyos se sequen.
La otra comunidad es Chiraa, donde desde 2015 Salesian Missions ha decidido ayudar a una escuela para niños de primero a cuarto curso puesta en marcha por las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret.
La escuela se encuentra en una zona aislada, sin desarrollar y sin agua potable. Los alumnos y el personal de la escuela bebían de un arroyo, que no era una fuente segura de agua", explica el Padre Ploch, "lo que provocaba enfermedades constantes entre los niños y los profesores, interfiriendo en el aprendizaje y contribuyendo a perpetuar el ciclo de la pobreza".
Hoy, la comunidad de Chiraa dispone de un pozo mecánico, una torre de recogida y almacenamiento de agua y tuberías de desagüe que, en conjunto, proporcionan agua limpia a trescientos cuarenta alumnos, al personal y a las religiosas de la escuela. Además, treinta familias locales también se benefician de los dispensadores siempre que los necesitan.
La población local bendice ahora a los salesianos, pero ellos, a su vez, dicen estar muy agradecidos a los benefactores que hicieron posible esta nueva fuente de agua. Sin ellos", dice un misionero, "no habríamos tenido acceso al agua potable".