El Papa Francisco ofrece un plan de acción muy concreto: "Comunicarse con el corazón, en la verdad y en la caridad". Escuchando y hablando desde el corazón al otro corazón, la comunicación puede llegar a ser positiva y sana. La solución se encuentra y brota del corazón humano. El Papa Francisco cita las palabras de Benedicto XVI: "el programa de todo cristiano es un corazón que ve dónde se necesita amor y actúa adecuadamente". Hablar desde el corazón, pues, se considera un proyecto de vida para todo cristiano.
El simbolismo del corazón
El corazón es una fuerza universalmente reconocida y el símbolo más popular del mundo actual. "Las cosas más bellas del mundo no se pueden ver, ni siquiera tocar, hay que sentirlas con el corazón", dijo la famosa escritora estadounidense Helen Keller. Es quizá la mejor y más profunda expresión del amor humano, la fuente de la que mana y reside todo lo bueno. Por supuesto, aunque todos sabemos que el corazón biológico es el órgano más vital y delicado del cuerpo humano, el corazón espiritual es el centro de la verdadera humanidad, la fuente de todos los sentimientos y emociones humanas y de las facultades intelectuales y espirituales. Curiosamente, el Papa Francisco utiliza esta metáfora del corazón para afirmar que es una herramienta poderosa para llevar a cabo la gran transformación que el mundo necesita.
Comprender el "corazón" en las Escrituras
Todas las religiones tienen una concepción particular del concepto de "corazón". Es el lugar donde Dios habita, donde uno puede recibir la gracia de Dios o donde uno puede experimentar la energía espiritual pura. La Sagrada Escritura también nos ofrece hermosas afirmaciones sobre el corazón, a través de las cuales percibimos que el corazón es la clave para relacionarse con Dios, para ver y experimentar a Dios, e igualmente para amar y relacionarse con toda persona humana. El corazón es la fuente o centro de control que determina las elecciones y decisiones de una persona, y revela su identidad. De hecho, el "cambio del corazón", la "purificación del corazón" es un requisito previo para experimentar la transformación de todo el ser y se convierte en el terreno perfecto para que toda la energía positiva fluya en la vida.
¿Por qué no hablamos con el corazón?
Hablar con el corazón no es un gesto espontáneo. A menudo nuestra mente y nuestro corazón están llenos de prejuicios, miedos, ansiedades e inseguridades, y nuestra comunicación se vuelve muy reservada. Por un lado, los sentimientos de orgullo, envidia y egoísmo nos impiden abrir el corazón. Por otro lado, las emociones amargas de ira, culpa y sentimientos de venganza tampoco nos ayudan a reconocer el corazón de la otra persona. Queremos comunicar más que a nosotros mismos y, a menudo, la verdad y la caridad escasean o se encuentran en menor medida. No nos comunicamos para escuchar y comprender al otro.
Nuestra comunicación no implica sintonizar, escuchar pacientemente y comprender al otro con una actitud imparcial. También somos tan obstinados con nuestras ideas y pensamientos que seguimos filtrando o prejuzgando lo que dice la otra persona. A veces, en nuestra comunicación, nuestras intenciones y propósitos no son benévolos, sino vengativos, argumentativos y mezquinos. Como resultado, no reconocemos al otro como nuestro hermano o hermana y, a menudo, la raza, el color, el idioma y el estatus social se convierten en bloqueos vitales para nuestra comunicación.
Comunicar a Jesús de corazón a corazón
Jesús era un comunicador excepcional que hablaba desde el corazón. Tenía una personalidad magnética y era capaz de penetrar en el corazón de cada persona, tocarla, curarla y transformarla hablándole de corazón a corazón. El ejemplo por excelencia es el episodio de los dos discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), que el Papa Francisco nos propone también para reflexionar a la luz de este tema.
Jesús resucitado acompaña a los dos discípulos de Emaús, sin invitación alguna. Es paciente y los escucha sin interrupción. Luego les habla desde el corazón, acompañándolos en su camino de sufrimiento con respeto, proponiéndose y no imponiéndose. Su escucha atenta y su hablar desde el corazón hacen que los dos discípulos se sientan verdaderamente escuchados y realizados, y sus "corazones se encienden", y vuelven con alegría a anunciar a sus hermanos a Cristo resucitado.
¿Cómo podemos hablar con el corazón?
Hablar desde el corazón no significa adquirir una habilidad, ni hablar a la persona en el momento o lugar adecuados, ni siquiera simplemente hacer lo correcto. No hay necesidad de preparación especial ni de planificación previa, porque fluye directamente del corazón y debe proceder al corazón de la otra persona. Es comunicación a un nivel más profundo, entrar en contacto con lo que le importa a la otra persona. Significa simplemente ser honesto y genuinamente empático con la persona con la que te comunicas. Hay que escuchar al corazón, ya que es la fuente suprema de la vida, el hogar físico y espiritual de nuestra existencia. Sólo escuchando y hablando con un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y tocar a la otra persona.
Hablar con el corazón nace fundamentalmente del amor, la verdad y la caridad que residen en el corazón. Esta es la base que allana el camino para cualquier conversación auténtica. No es una comunicación que espere reconocimiento, aprecio y aprobación para uno mismo, sino que se trata de reconocer al otro. La clave para "hablar desde el corazón" es que se trate del otro y no de uno mismo. Será difícil hablar desde el corazón si uno no tiene esta genuina atención y preocupación por el otro.
Cordialidad: un arma poderosa para la comunicación
Revolucionar al mundo con cordialidad, ternura y dulzura. Las palabras del padre de la dulzura, San Francisco de Sales, resuenan en nuestros oídos: "Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre"; y el dicho del libro de los Proverbios (25:15), "una lengua blanda rompe un hueso", afirman el poder de la cordialidad. Hoy más que nunca, hablar con el corazón es esencial para promover una cultura de paz que permita el diálogo y la reconciliación.
El Papa Francisco deja claro que esta elección debe surgir de una auténtica preocupación por los demás. Exhorta a los comunicadores a crear una revolución con la comunicación desde el corazón y a transmitir la "suave fuerza del amor". Hoy, en el dramático contexto de conflictos globales que estamos viviendo, la afirmación de una comunicación no hostil se hace indispensable, y esta cordialidad puede llegar incluso a los corazones más endurecidos. No significa transigir en todo, sino proclamar la verdad con caridad y dulzura.
Hablar con el corazón": el corazón del proceso sinodal
Los verbos "escuchar", "compartir", "sentir" y "respetar" reflejan los principios fundamentales de la sinodalidad. El Papa Francisco lo afirma de manera rotunda: Escuchar sin prejuicios, atentos y abiertos, permite hablar con el estilo de Dios, alimentado por la cercanía, la compasión y la ternura. Tenemos urgente necesidad en la Iglesia de una comunicación que encienda los corazones, que sea bálsamo para las heridas y que ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas. Sueño -dice- con una comunicación eclesial que sepa dejarse guiar por el Espíritu Santo, suave y al mismo tiempo profética, que sepa encontrar nuevos caminos y medios para el maravilloso anuncio que está llamada a realizar en el tercer milenio".
Convertirse en revolucionarios que hablan desde el corazón
Sigue a tu corazón y tendrás la victoria asegurada. El lenguaje del corazón puede superar todas las barreras y destruir a todos los enemigos. El proverbio árabe: "Arroja tu corazón ante ti y corre hacia él", deja claro que si cada uno se carga de esta sensibilidad, voluntad y comprensión para buscar y ofrecer la verdad en la caridad, se convierte en la clave para transformar a la otra persona. Hablar con el corazón" es una opción estratégica, una intervención destinada a movilizar a los demás y transformarlos.
La convicción de San John Henry Newman era: "Para hablar bien, basta con amar bien". Citándolo, el Papa Francisco explica que la verdadera comunicación no es una estrategia, una campaña de marketing o una manipulación de cualquier tipo. Más bien, la verdadera comunicación, como dijo Newman tan acertadamente, tiene que ver con lo que somos, "un reflejo del alma". Se trata de cómo nos amamos unos a otros. El amor es la esencia de la verdadera comunicación. Hablar desde el corazón es esencialmente sentir por el otro y sentir con el otro. Quizás, si este es el eco del corazón en cada hombre y mujer, la revolución de la cordialidad pueda ciertamente sanar el mundo, curar a la humanidad de todos sus males y transformar el mundo, restaurando la paz y la armonía.
