Don Bosco y la apuesta por los jóvenes
Dar un trabajo a los que no lo tienen, o dar sentido a cómo emplear la propia existencia mejorando el mundo. Afirmar el derecho de toda persona y de los más débiles a tener una vida digna y transformar a través de ellos la sociedad adulta. Todo esto y aún más puede dar San Juan Bosco, siempre que sepamos hacerlo volver no solo con la letra de una canción popular -incluso entre sus seguidores- sino en el método, las virtudes y la planificación concreta de sus sueños.
Cuando -el 31 de enero de 1888- San Juan Bosco clausuró su experiencia humana, no pocos en Turín y en otros lugares pensaron que su obra a favor de los jóvenes no tendría futuro. En realidad, se había entregado totalmente a sus muchachos, convirtiéndose de vez en cuando en malabarista y mendigo, amigo, padre y maestro.
Su vida -nació en 1815- se caracteriza por toda una serie de dificultades en la familia y en el entorno que, sin embargo, no lograron frenar el deseo incontenible nacido en él a los 9 años con un sueño en el que veía una dama celestial y a los niños transformados de lobos en corderos. Imágenes y visiones de jóvenes que volverán a él como secuencias cinematográficas a lo largo de su vida. A veces como encarcelado e incluso ahorcado por sus crímenes por la justicia de Saboya, otras en el papel de pobres analfabetos hambrientos y otras de inteligencias jóvenes para enrolarlas en su propia misión.
Para ellos, en Valdocco, cerca de Porta Palazzo, logró crear la agregación de adolescentes más concurrida de Europa. En vida, fundó la Congregación Salesiana y un vasto movimiento espiritual formado por una red interconectada de relaciones e intenciones siempre en favor de la educación de los jóvenes. Hoy ese método convertido en carisma está materialmente presente en 136 países.
La personalidad de este Santo es bastante compleja y en ella se funden cualidades humanas y cristianas. En él, la fe, la esperanza y la caridad se traducen en unión con Dios, deseo del Absoluto y obras concretas de amor al prójimo con iniciativas y proyectos educativos de amplia creatividad. San José Cafasso, su confesor y guía espiritual, declaró sobre él: “Cuanto más lo estudio, menos lo comprendo. Es simple y extraordinario, humilde y grande al mismo tiempo. No tiene un centavo en el bolsillo y su cerebro forma proyectos inmensos, aparentemente inviables, y que de todos modos me parece que sea incapaz de completar. Si no estuviera seguro de que trabaja para la gloria de Dios, que sólo lo guía el pensamiento de Dios, que Dios es el fin al que tienden todos sus esfuerzos, diría que es un hombre peligroso, más por lo que deja entrever que por lo que eso nos deja saber, en fin, Don Bosco es un enigma…”.
El Papa Montini, San Pablo VI - que conoció de cerca el mundo salesiano en Milán y Roma. dijo que para encontrar una figura como Don Bosco en la Iglesia, hay que ir a los grandes fundadores como San Benito y San Francisco.
Hoy nos enfrentamos a una pobreza educativa desalentadora y a una juventud que no parece tener ganas de futuro ni determinación para elegir. Neet o deprimidos postpandemia, nativos digitales solos con sus fríos aparatos electrónicos: ¿qué hacer? La propuesta de Don Bosco con su ejemplo se relanza y se puede revivir en esta nueva realidad sólo si se tiene la misma pasión del Santo, su capacidad de apostar por lo que vale la pena, a partir de Dios.
Dar un oficio a los que no lo tienen o dar sentido a cómo utilizar la propia existencia mejorando el mundo. Afirmar el derecho de toda persona y de los más débiles a tener una vida digna y transformar a través de ellos la sociedad adulta. San Juan Bosco todavía puede dar todo esto y más, siempre que sepamos traerlo de vuelta no solo con la letra de una canción popular aún entre sus seguidores, sino en el método, las virtudes y la concreción de la planificación de sus sueños.
Don Giuseppe Costa
