Como muchos de sus compatriotas, Kira huyó de Ucrania cuando estalló la guerra, “porque la situación era realmente horrible”, dijo la joven, sin querer extenderse demasiado en lo que vio y vivió. Su recuerdo, de hecho, se concentra en todas aquellas personas que cuando llegaron primero a Polonia y luego a Eslovaquia, “realmente me tocaron el corazón, el alma: me traían cosas para comer, para beber, todo gratis… Me impresionó mucho”, dijo.
Incluso en Bratislava la experiencia siguió siendo la misma: asistió a la escuela durante varios meses, se sintió albergada, comprendida, llena de atención por aquellas personas que "incluso si no hablas ruso, ucraniano o eslovaco, pueden hablarte con el corazón" y es por eso que cuando le pidieron que fuera voluntaria con los niños, a pesar de algunas dudas, no logró decir que no.
Hoy Kira que quiere quedarse en Eslovaquia, porque ama a su gente. Dice: "Hago mi trabajo con el corazón, para ayudar a las personas, a los niños, incluso a los ucranianos en dificultad, estoy contenta cuando veo que están felices, cuando los ayudo y cuando me abrazan… ahora sé que existe la verdadera bondad”.
La experiencia de Kira es como la de cientos de miles de otras personas refugiadas que se han sentido la recepción que les dieron los salesianos en los países cercanos a Ucrania.
Las actividades a favor de los ucranianos continúan en todos los ámbitos. Desde Polonia, por ejemplo, Witek y Cezary, dos jóvenes valientes, voluntarios de la Procura Misionera Salesiana en Varsovia, hicieron un viaje hacia el este a través de la Ucrania devastada por la guerra, para entregar alimentos a la población necesitada. La primera parada fue en Leópolis, donde descargaron parte de los alimentos en el centro salesiano que hospeda a 35 recién nacidos y 30 niños de entre 1 y 5 años. Tras pasar la noche en Niemirów, viajaron a Zaporizhzhia, en el este de Ucrania, donde pese al peligro y las operaciones de guerra en curso, cumplieron su misión.
Además, gracias al apoyo financiero de la ONG "Jugend Eine Welt" de Prešov, en el este de Eslovaquia, una carga de más de 30 pallet de ayuda humanitaria partió hacia Leópolis, que luego se distribuirá según las necesidades a otros lugares.
Y solo por citar algunas otras entre tantas iniciativas destacables: 65 menores refugiados ucranianos fueron llevados durante dos semanas a un campamento de verano junto al mar, y ahora están de vuelta -cargados de buenos recuerdos y experiencias- para asistir a las actividades de verano en los oratorios de Don Bosco. Entre tanto continúan las actividades de los jóvenes voluntarios salesianos, sea en los campamentos estatales para menores refugiados -donde animan a más de 500 niños y jóvenes ucranianos- que en los campamentos organizados directamente por los Hijos de Don Bosco, como el de dos semanas inaugurado estos días en Bratislava, en el que participan un total de 260 niños, entre ellos varios menores refugiados.
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