Actualmente, muchos refugiados han perdido su ganado, que es el único bien que tienen para vivir y la situación de guerra existente desde hace años vuelve imposible cultivar la tierra. Otros en cambio, se han visto obligados a convertirse en refugiados en Uganda buscando escuelas para sus hijos, aunque desde la llegada de la pandemia de Covid-19, las escuelas en Uganda también han enfrentado un gran sufrimiento.
Mirando la realidad del campo de refugiados de Palabek en Uganda, donde los salesianos están presentes desde 2018 y comparten su vida con la población que allí reside, se puede constatar que en el último mes han llegado al menos 800 nuevos refugiados. Todos los recién llegados se alojan temporalmente en la entrada del asentamiento denominado "Centro de Recepción": los almacenes están repletos y muchos han tenido que instalarse bajo los árboles de la avenida.
Los refugiados suelen ser las personas más vulnerables del mundo y muy a menudo se ignora o se descuida la difícil situación en la que viven, lo que los conduce a sufrir una miseria cada vez mayor. Los salesianos, por su parte, mientras rezan, se comprometen y muestran una solidaridad concreta hacia los desplazados ucranianos, sin olvidarse por ello de los refugiados africanos y piden mayores y más eficaces esfuerzos internacionales para poner fin a la guerra que hace diez años azota a Sudán del Sur.
La esperanza de todos es que la esperada visita del Papa Francisco, prevista para el próximo mes de julio, traiga la ansiada paz y estabilidad en este país africano.
