Jesús Tirso Blanco nació en Ramos Mejía, Argentina, el 3 de marzo de 1957. Hizo el noviciado salesiano en Manucho, su primera profesión el 31 de enero de 1976 y la profesión perpetua el 24 de enero de 1982, y fue ordenado sacerdote el 28 de septiembre de 1985 en San Justo.
Ya al año siguiente de su ordenación partió como misionero para Angola, con la primera escala en Luena, a donde regresará como obispo años después. En sus años de servicio misionero y pastoral salesiano fue párroco (1992-94) y director (1994-95) y en N'dalatando, después vicario de la casa "São Paulo" en Luanda (1995-99), a continuación director (2000-07) y Párroco (2007-08) de la obra “São José” en la zona de Lixieira, cerca de Luanda, y para concluir Vicario de la Sede de la Visitaduría “Mamá Muxima” de Angola (ANG).
Por la Visitaduría ANG se desempeñó como Delegado para la Comunicación Social (2004-08), Vicario (2005-07), Delegado para la Pastoral Juvenil, Evangelización y Cultura (2006-2008).
Recibió el nombramiento como obispo de la diócesis de Luena el 26 de noviembre de 2007 y fue consagrado el 2 de marzo siguiente.
Hablando de su vida misionera, en una entrevista de 2015 con el Boletín Salesiano, dijo: “En 1985 pedí al mismo tiempo la gracia de la ordenación sacerdotal y la de partir como misionero al destino que más lo necesitaba. No tenía preferencias: de Ecuador a China. En ese momento, la Congregación estaba comprometida con el Proyecto África y me enviaron a Angola… No sabía mucho sobre Angola. Me compré un mapa. Cuando llegué a Angola estaba destinado a Lwena. Los policías me preguntaron: '¿Sabes a dónde vas?'. Entonces supe que Lwena, escenario de frecuentes operaciones militares, no era un lindo lugar para vivir. Pero para mí fue el mejor ambiente para encontrarme con Dios en la misión, en comunión con un pueblo nuevo que inmediatamente me adoptó como uno más de su familia”.
Y sobre su diócesis, que comprende toda la provincia de Moxico, la mayor de Angola, tan grande como toda Italia, situada en el extremo oriental del país, observó: "Mi diócesis comparte los desafíos y problemas de Angola, exasperada por las enormes distancias, la falta de caminos y la escasez de misioneros (y me refiero al clero, especialmente el local, a los religiosos y a los laicos 'profesionalmente' misioneros). Nuestro territorio diocesano necesita a Dios, pero carece de personas capacitadas que ayuden a la población a ser artífice de su propio crecimiento espiritual y material. Esto se suma a las distancias y la falta de comunicación (…). Ante estos desafíos, la diócesis ha fomentado la pastoral vocacional”.
El arzobispo Tirso Blanco vivió sencilla y totalmente entregado a la misión. Como salesiano y como obispo se centró en mejorar la calidad de vida de los pobres, en la educación, los centros de salud, las calles, la reconstrucción de las iglesias destruidas por la guerra. En las redes sociales, no en vano, muchos lo recuerdan con cariño y agradecimiento.