El 26 de enero, día en el que el Santo Padre pidió a toda la Iglesia rezar por la paz en el antiguo país soviético, los jóvenes de la casa salesiana "María Auxiliadora" de Kiev se reunieron para compartir una fe más fuerte que el miedo. “Los que son creyentes tienen un rayo de esperanza, no se sienten solos. Pero los que no creen, los que no han podido tener una experiencia de Dios, porque no olvidemos que el comunismo en Ucrania ha desgarrado los cimientos de la fe humana, lo viven de un modo muy pesado.
Nuestro oratorio se está convirtiendo en el hogar de todos”, explicó el padre Maksym Ryabukha, director de la casa en Kiev. Cabe señalar que el compromiso tiene también una dimensión ecuménica, dado que las iniciativas se realizan en espíritu de diálogo tanto con la Iglesia ortodoxa como con las comunidades católicas de rito bizantino.
Por eso, la casa salesiana de Kiev, que cuenta con un centro juvenil y también se ocupa de la pastoral universitaria, está resultando un refugio para muchos: católicos, ortodoxos e incluso muchos no creyentes. Los jóvenes pasan la voz a través de las redes sociales, a veces involucrando también a sus familias. Y el grupo crece cada día, los muchachos se reúnen en grupos de 100, todas las tardes, para rezar juntos un Avemaría y recibir el pensamiento de las "Buenas noches", al estilo de Don Bosco. Llevan haciendo esto todos los días desde hace más de 300 días, es decir, desde que la crisis ucraniana ha vuelto a agudizarse.
También en Zhytomyr, una ciudad a unos 110 km al oeste de Kiev, donde los salesianos animan la escuela “Vsesvit” y están tratando de desarrollar un oratorio moderno, la gente reza por la paz y trata de disipar el miedo dialogando. “Por supuesto, hablamos de la situación con los estudiantes”, observa Nataliya Nagalevska, de 48 años, profesora de italiano en la escuela salesiana, “pero sobre todo rezamos por la paz. Todos los lunes promovemos una oración común con todo el colegio. ¡Nuestros hijos rezan mucho y la suya es una oración muy sincera! Rezaron ante la pandemia de Covid-19. Y ahora rezan para que esta crisis no desemboque en un conflicto”.
E incluso en Lviv, ciudad muy distante de Kiev, en el extremo occidental del país, a sólo 70 km de Polonia, los salesianos informan que existe un ambiente en el que se siente el suspenso y la tensión: en las últimas semanas la escuela salesiana ha tenido que interrumpir varias veces las clases debido a las alarmas bomba, por suerte, todas falsas. "Entretanto desorientan y trastornan todo el sistema educativo, porque los niños tienen que dejar de estudiar, irse a casa y no pueden volver a la escuela hasta que la policía haya revisado todo el edificio", señala el sacerdote Yuri Smakous, 39, decano de la secundaria dirigida por los Hijos de Don Bosco, donde estudian unos 400 alumnos de 10 a 17 años.
En Lviv, la obra salesiana también incluye una casa familiar que hospeda a 65 huérfanos o niños de familias en serias dificultades, de 6 a 18 años, y dirige una escuela profesional con varios oficios, desde la hostelería hasta la carpintería. La casa está dirigida por el padre Andryi Bodnar, de 39 años, natural de Lviv, quien comenta: “Por supuesto, aquí en la parte occidental no sentimos la misma tensión que se vive en las regiones orientales”.
En el frente oriental, en cambio, en Dnipro, la tercera ciudad más poblada de Ucrania, no lejos del territorio de Donetsk, reside el salesiano padre Oleh Ladnyuk, que desde 2014, cuando estalló el conflicto de Donbass, ha sido llamado como capellán militar de las tropas ucranianas en el frente.
Normalmente se desplaza entre los pueblos de la zona para ofrecer cursos de animación juvenil salesiana en parroquias greco-católicas. “Organizamos campamentos de verano, también me gustaría proponer cursos de formación para los jóvenes animadores de estas zonas”. Sin embargo, ahora, con los párrocos de los territorios y en colaboración con Cáritas comprometida en el frente, se está pensando cómo organizar la evacuación de los habitantes, empezando por los niños, en caso de guerra.
En cuanto al enfoque con el que la ciudadanía vive estos momentos, el padre Ladnyuk señala: “Todos los periodistas que vienen a Ucrania pensaban que habrían encontrado pánico entre los ciudadanos. Pero vivimos en un estado de conflicto desde hace ocho años. Tenemos miedo seguramente, aunque para nosotros es la cotidianidad. Los periodistas extranjeros no entienden porqué nos ven así tranquilos... Estamos cansados, realmente cansados, de tener miedo”.