Con un prolongado aplauso, las capitulares dieron la bienvenida al Pontífice cuando entró en la Sala Capitular. La Madre General, Chiara Cazzuola, dirigió un cordial saludo al Papa, agradeciéndole su presencia y expresándole la alegría estar “en casa” con el Sucesor de Pedro:
"Estamos casi al final de nuestro XXIV Capítulo General, en el que reflexionamos sobre el tema "Haced lo que Él os diga "(Jn 2,5). Comunidades que generan vida en el seno de la contemporaneidad”.
“Fue un proceso muy exigente y estamos seguras -prosiguió la Madre General- de que la presencia de María, madre, maestra y auxilio poderoso nos guía, como lo hizo en estos 150 años de historia del Instituto FMA. Y que nos llama a una regeneración en el Espíritu Santo que hace que nuestras Comunidades Educadoras sean generadoras de nueva vida”.
La Madre Cazzuola precisó que “nosotras sentimos como FMA, el deseo de una profunda renovación vocacional para realzar la alegría y la belleza de la llamada de Dios. El encuentro hoy, Santo Padre, es para nosotras, para nuestro Capítulo, una invitación a tener más fuerza vital, más entusiasmo, más coraje evangélico para vivir el mandato que la Iglesia nos confía”.
A continuación, el Papa Francisco, con su estilo sencillo y familiar dirigió su palabra a las capitulares, valorando la centralidad de María en la reflexión capitular y las invitó a hacer como ella: “nunca apropiarse de algo para sí mismas, e indicar siempre a Jesús”.
Luego alentó a seguir dando el servicio que realizan las FMA en todo el mundo, especialmente en el actual contexto social multicultural y multirreligioso, aún hoy fuertemente marcado por la pandemia.
Centrándose en el objetivo del Capítulo -Despertar la frescura original de la fecundidad vocacional del Instituto- el Papa Francisco ilustró los desafíos y la belleza de la vida consagrada, sin negar "las fragilidades y penurias presentes en las comunidades", pero al mismo tiempo enfatizando la posibilidad de vivir precisamente dentro de ellas “un kairós, un momento propicio para ir a las raíces carismáticas”.
El Santo Padre recordó los peligros de la "mundanidad espiritual", esa actitud sutil y perniciosa que, sin generar escándalos evidentes, acaba cerrando horizontes y quitando la paz; e indicó como salida el retorno y la renovación del carisma que "es una realidad viva, no una reliquia embalsamada" (...) Es la creatividad la que da fidelidad al carisma. Este es el camino de la Iglesia que nos han mostrado los Santos Papas del Concilio y después del Concilio”.
Por ello, también destacó la necesidad de hacer crecer comunidades entretejidas con relaciones intergeneracionales, interculturales, fraternas y cordiales. “Para ello, pueden inspirarse en el espíritu de familia que caracterizó a la primera comunidad de Mornese”; e indicó el ejemplo de las "primeras Hijas de María Auxiliadora" y los primeros salesianos comprometidos en los suburbios de las metrópolis de América Latina. “Cuando llegaron a Buenos Aires, esa es la belleza de los primeros salesianos, no se fueron a los barrios burgueses, no, fueron a buscar en las fronteras… ¿Qué atrae a una vocación?, la santidad, el celo” aseveró.
Concluyendo, invitó nuevamente a cultivar la ternura y la cercanía hacia los jóvenes, habló de la oportunidad de renovación que constituye el 150 aniversario de la fundación del Instituto y concluyó: "No se olviden de la gracia de los orígenes, la humildad y la pequeñez de los inicios que hicieron transparente la acción de Dios en la vida y en el mensaje de quienes, llenos de estupor, iniciaron este camino. María Auxiliadora las ayudará: ¡ustedes son sus hijas!”.
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