En esta fase, los participantes ingresaron en el "retiro guiado" de ocho días, en un espíritu de total silencio y recogimiento, asistidos por cinco guías. Cada participante fue acompañado personalmente por su guía todos los días del retiro y así fue capacitado para recorrer el camino espiritual que el Espíritu Santo despertaba, confrontándose con la palabra de Dios, la oración y la vida personal.
¿Por qué iniciar un curso de acompañamiento espiritual con un retiro personalizado y en silencio? La respuesta la dio uno de los guías espirituales que acompañó la iniciativa: “En realidad no hay otro camino posible. Todo guía, antes de hablar de Dios y de Jesucristo, debe hablar con Dios y con el Señor, en la intimidad de su propio ser. El misterio de Dios y el amor de Jesucristo deben impregnar a la persona que ayuda a los demás hermanos a seguir -en el discernimiento- el camino de Dios en sí mismo y en el desarrollo de la propia vida vocacional”.
“La experiencia del retiro fue un gran regalo del Señor -agregó uno de los participantes-. Fuimos invitados a buscar un encuentro real con el Señor Jesús quien personalmente me mostró su luz y me hizo volver a escuchar su voz a través de muchos signos. Además, el contacto con la Palabra de Dios que fue renovadora, consoladora y atenta a la situación individual con la que llegué a esta escuela".
El retiro fue una etapa fundamental en la formación de los guías espirituales. Cuanto más atento esté uno a la presencia del Señor en su vida, más podrá discernir esta presencia en la vida de los demás. Don Bosco supo reconocer sin duda alguna, las vivencias espirituales de Domingo Savio, porque había vivido experiencias similares.
En el futuro está previsto repetir esta primera experiencia, para seguir animando a otros grupos de salesianos de toda la Congregación. No cabe duda de que se trata de una iniciativa con un largo camino por delante, que dará grandes frutos en la renovación de la formación salesiana.
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