En Lima, la capital con más de 10 millones de habitantes, donde las principales calles no descansan ni de día ni de noche, hoy es un desierto. Los salesianos atienden en zonas donde la necesidad hace que los jóvenes transgredan las leyes. Un trozo de hueso puede ser parte de una sopa para más de 80 muchachos. En efecto, un exalumno donó una gran cantidad de huesos para preparar las sopas.
En el Rimac, la zona más antigua de la Lima, lugar donde llegar los Salesianos, a los pies del imponente cerro donde la pobreza es visible, llegó el “Escuadra de Emergencia” de la Fundación Don Bosco con los jóvenes salesianos de la Casa del Ríma. “No sabía ni imaginaba que en este cerro vivía tanta gente”, comenta sorprendido el Hno. Miguel. Sin más, prepararon “las famosas cachangas” a base de harina y agua, puestas en una sartén con un poquito de aceite. “Y allí, en el cerro, con ellos, comimos su pan muy cerca del cielo”.
En el Puerto del Callao, donde la vida es un milagro y donde abunda el narcotráfico, el consumo y pequeña venta de drogas, la delincuencia organizada y la prostitución como forma de trabajo, los salesianos no se han olvidado de los pobres. En el Barrio Frigorífico, con el apoyo de las madres de la zona, empadronaron a las familias más vulnerables: migrantes venezolanos, ancianos, niños menores de 13 años y les entregaron bolsas con alimentos para unos días.
En Ayacucho, la ciudad de las 33 Iglesias, “cuna de la Libertad de América”, el director P. Domingo Yanqui y los exalumnos Salesianos hacen lo que aprendieron en las aulas salesianas: ser solidarios. Se han colocado las mascarillas y los guantes, y “llevan bolsas de alimentos a las familias que han colocado una bandera blanca, en señal de que tienen niños y ya no tienen qué comer”, comenta Alberto, exalumno salesiano.
Si “Obras son amores, y no buenas razones”, nada se podría hacer si los salesianos de hoy y de ayer, no hubiesen inculcado y no hubiesen impregnado en el corazón de las personas, no solo la solidaridad, sino y sobre todo la “caridad”, porque “ser caritativo es encontrar en los pobres a Jesús mismo”, decía el Papa Francisco.
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