A principios de 1862, Don Bosco finalmente logró iniciar su propio proyecto: en pocos años, la imprenta del Oratorio puso en el mercado una gran cantidad de libros.
En 1876, Don Bosco añadió a la iniciativa de Turín la tipografía Génova Sampierdarena y abrió librerías en varias partes de Italia.
Sin embargo, el proyecto corría el riesgo de ralentizarse debido a la falta de papel. Pero, al enterarse de una pequeña fábrica de papel en venta en Mathi, a 25 kilómetros de Turín, Don Bosco decidió comprarla. La escritura redactada en 1877 por el notario real Pavesio selló la compra de la estructura.
Los dos primeros años fueron muy complicados y por eso, en diciembre de 1878, se decidió confiar la empresa a un grupo dirigente formado por religiosos salesianos.
Fue la Exposición General de 1884, celebrada en Turín, la que dio a Don Bosco la oportunidad de mostrar a todos el alto nivel alcanzado en el campo tipográfico y editorial. En aquellos meses, de hecho, estaba prevista la entrega a Mathi de una nueva máquina encargada a la empresa Escher-Wyss de Zúrich. Se decidió instalar temporalmente la maquinaria en una galería especial, donde se pudiera exhibir al público todo el proceso. Al final, el jurado anticlerical de la Exposición concedió a la Sociedad Salesiana la medalla de plata, pero Don Bosco la rechazó, considerando la opinión del público la mejor prueba de su profuso compromiso con el arte de la tipografía.
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