El siervo de Dios, don Ignazio Stuchlý vivió en una época marcada por importantes acontecimientos históricos, políticos y sociales, en la cual supo adaptarse a contextos siempre nuevos para servir con obediencia a la Iglesia y poniéndose al servicio de los jóvenes. Asumió además varias cargas de gobierno entre las cuales:
– cuando era un salesiano joven fue enviado a Gorizia, donde colaboró con el arzobispo y otros salesianos, acompañando un verdadero florecer de vocaciones en el internado "San Luis".
– se transfirió a Ljubljana, en Eslovenia y contribuyó a iniciar la obra salesiana local y a completar el santuario de María Auxiliadora en Rakovnik;
– llamado para ir a Italia, en los años 20 del siglo pasado, seleccionó los candidatos a la vida religiosa salesiana para la actual República Checa, con un firme y prudente discernimiento.
– trasplantó esta obra en Bohemia y Moravia, respondiendo así a las necesidades de la Iglesia local;
Como fundador de la naciente presencia salesiana en aquellas tierras, fue Superior de la Inspectoría Checoslovaca (1935) y posteriormente de la sola Inspectoría Checa. Así don Stuchlý acompañó además ente 1925 y 1948, sólo en Bohemia y Moravia, al menos a 200 nuevas vocaciones salesianas; fundó casas, condujo la obra durante los dramáticos momentos de la II Guerra Mundial.
A los hermanos checos, el siervo de Dios logró darles no solamente las "estructuras", pero especialmente el espíritu vivo de la tradición salesiana que había respirado en el Piemonte, también teniendo una particular familiaridad con el beato Miguel Rua y otros sacerdotes salesianos santos.
Bajo la opresión primero del nazismo y después del comunismo, como en sus últimos años de vida pasados en la reclusión de una casa para ancianos - en la cual era espiado y controlado - don Stuchlý siguió dando testimonio de esta fidelidad integral a la Iglesia y a la Congregación, mostrando como ninguna condición de sufrimiento o injusticia pueda alejar de la plena donación a Cristo.