Por el P. Francesco Motto
El 28 de noviembre de 1885 Don Bosco escribió al padre Emanuele Morossi, que le había enviado una oferta por sus obras: "En cuanto al envío del Boletín Salesiano, Vuestra Excelencia y el Párroco me permitirán continuarlo. Que no se molesten por el pago, porque no es un periódico como los demás, ni se hace con ánimo de lucro [ganancia]... Que no lo rechacen, y les ruego a ambos que crean que haciéndolo leer al mayor número posible de personas, hacen una obra de gran caridad, sin tener que pensar en ninguna ofrenda para enviar en años sucesivos, mientras puedan hacerlo sin graves inconvenientes".
En Italia, así como en todo el mundo, se publicaban Boletines de todo tipo, pero el de Don Bosco quería diferenciarse de los demás: por su contenido "original", "único", "salesiano", "misionero", que acabamos de mencionar, por su estilo sencillo, comprensible para todo tipo de personas, por el hecho de que se enviaba gratuitamente "a quien lo quería y a quien no lo quería". Con ocasión del tercer Capítulo General de los Salesianos (1883) afirmó: "No nos importa recibir diez liras más o menos, sino alcanzar la mayor gloria de Dios. Si los gobiernos no nos avergüenzan, el Boletín se convertirá en un poder, no para sí mismo, sino para el pueblo que reunirá'”.
Según la intuición de Don Bosco, el Boletín Salesiano no es una simple crónica de acontecimientos, sino que divulga el espíritu de la Congregación, a través de la narración de hechos y obras, más que a través de la difusión de ideas especulativas. Ofrece una lectura de la realidad contemporánea desde un punto de vista salesiano y acoge las provocaciones del mundo juvenil y de la Iglesia con vistas a un proyecto educativo y pastoral más global.
"El Boletín Salesiano tenía como objetivo mantener entre los miembros de la pía unión la mayor identidad posible de pensamiento y armonía de acción para la consecución del fin común" (Memorias Biográficas XIII, 603).
En un primer momento Don Bosco lo redactó personalmente para darle la orientación que pretendía; después lo confió a uno de sus estrechos colaboradores, el padre Juan Bonetti. Este último, excelente escritor pero también polemista nato, se permitía a veces demasiadas licencias, ampliando algunas noticias y acabando por herir ciertas sensibilidades civiles y eclesiásticas. Don Bosco lo llamó a una mayor serenidad: prefirió limitarse a dar a conocer las obras salesianas en un tono sencillo, antes que entrar en polémicas impresas. Colaboró con él, el primer sucesor vivo de Don Bosco, Don Giovani Battista Lemoyne, conocido escritor de las monumentales Memorias Biográficas de Don Bosco.
La presencia de obras salesianas en Francia desde 1875, y también la necesidad de llegar a un número cada vez mayor de bienhechores acomodados en Europa, presumiblemente capaces de leer en francés (belgas, polacos...), llevaron a Don Bosco a publicar una edición del Boletín en esa lengua. El Bulletin salésien francés comenzó en Génova-Sampierdarena en abril de 1879. En vida de Don Bosco se publicaron también dos ediciones en español: la primera en Argentina y la segunda para España, pero editada en Turín.
La Boletín Salesiano llegó a los hogares de ricos y pobres, nobles y ciudadanos de a pie, autoridades civiles y religiosas, estudiosos y gente sencilla, católica o no, en Italia y en el extranjero. Don Bosco no dudó en hacer encuadernar algunos números y regalarlos a la familia imperial de Viena y a otras casas reinantes.
Con una tirada que pasó rápidamente de algunos miles a decenas de miles de ejemplares a la muerte de Don Bosco, el BS, a falta de medios modernos de comunicación social (radio, TV, sociales...) ha contribuido enormemente a la "fortuna" de la Familia Salesiana: en términos de vocaciones de Salesianas e Hijas de María Auxiliadora, de obras salesianas y, por qué no, de apoyo económico.
En 146 años de vida, el Boletín Salesiano, concebido y realizado con enorme éxito por Don Bosco, ha pasado del blanco y negro al color, ha actualizado continuamente su grafismo, ha diversificado sus columnas, ha multiplicado su tirada, y está todo en línea. Hoy, pues, se imprime en casi 70 ediciones y 35 idiomas diferentes y llega a más de 130 naciones. Cada una es diferente, cada una con sus propias necesidades y lectores, pero cada una quiere ser fiel a la inspiración original y originaria de Don Bosco.