Desde este punto de vista, el oratorio de Piazza Armerina, gestionado durante años por las Hijas de María Auxiliadora -que desde el 2001 es una estructura laical y una realidad ciudadana fuertemente consolidada- es la cuna de la asociación, promueve diversas iniciativas y coopera con muchas entes sociales.
Durante el invierno, se programan encuentros semanales de jóvenes que no sólo son usuarios, sino también promotores y organizadores de las actividades, principalmente vinculadas a la concepción y preparación del grupo Salesiano en el verano.
El oratorio también coopera en las iniciativas que involucran a los actores sociales del siglo XXI. Entre otros, los jóvenes participaron en 2022 en un proyecto de la Cáritas en Piazza Armerina para la creación de un espectáculo teatral en colaboración con la prisión de Enna "Luigi Bodenza".
La puesta en escena del espectáculo trajo al escenario a 26, entre jóvenes y presos, que el 14 de diciembre de 2022 pudieron salir de prisión para ir al Teatro Garibaldi de Enna.
Pero la experiencia de Don Bosco a través de la Asociación traspasó las fronteras nacionales y llegó hasta Veligara Pont, un pueblo de la región de Tambacounda, en Senegal. Es allí en la sabana, en una de las zonas más pobres del mundo, donde hoy existe un verdadero oratorio. Un proyecto que, tras una experiencia inicial de verano con animadores voluntarios, fue “el resultado de un diseño deseado desde arriba”, prosigue Cinzia.
“El jefe de la aldea nos dijo que desde que llegamos los niños estaban más felices, seguían repitiendo los juegos y bailes de verano”.
Un anhelo que se ha traducido en una realidad gracias a la generosidad de padre Baldassarre Meli, a quien ahora está titulado el oratorio. El sacerdote, que murió prematuramente, no pudo hacer realidad su sueño de ir a África a conocer los lugares de origen de los niños que hospedaba, por lo que decidió donar la recaudación de su funeral al proyecto del oratorio de Veligara.
Una alegría inmensa para los muchachos de Tambacounda que, mientras esperaban que el oratorio cobrara vida, desprendieron un sticker de Don Bosco del auto de los cooperantes y la pegaron en un árbol: "Mientras tanto, queremos que Don Bosco se quede con nosotros”, explicaron.
“El oratorio es algo hermoso para nosotros, hacemos muchas cosas con los chicos, encuentros, reuniones, capacitaciones. Realizamos cursos de francés e italiano”, explica Amara, cooperadora de la asociación, “todos los sábados y domingos tenemos más de medio centenar de niños que asisten al oratorio y repartimos meriendas a los más necesitados”. Y eso no es todo: gracias a la disponibilidad de dos médicos voluntarios locales está activo todos los días un consultorio para curaciones médicas.
