Don Lenti nació un 31 de enero (fiesta de Don Bosco) del año 1923 en Bassignana, en la provincia italiana de Alessandria, Piamonte; entró en el noviciado del Colle Don Bosco en 1939, hizo su primera profesión en Estados Unidos, en Newton, el 14 de septiembre de 1940, la perpetua el 10 de agosto de 1946 y fue ordenado sacerdote en Turín, en la Basílica de María Auxiliadora el 2 de julio de 1950.
Vivió prácticamente toda su vida salesiana en la que acabó convirtiéndose en su patria adoptiva, los Estados Unidos de América, y empleó su talento comprometiéndose sobre todo en el apostolado de la docencia y la investigación, como maestro de la Sagrada Escritura y como fundador y maestro de la "Don Bosco Hall" (1974) y del Instituto de Espiritualidad Salesiana de Berkeley (1984).
Numerosos han sido sus escritos sobre el Fundador de la Congregación. “Don Bosco. His Pope e and his bishop”, (Don Bosco. Su Papa y su obispo) por ejemplo, se centró en la relación del Santo de la Juventud con Pío IX y con el arzobispo de Turín Lorenzo Gastaldi. Pero la obra por la que más se lo recordará al padre Lenti es sin duda su "Don Bosco, Historia y Carisma”, de la que el mismo autor dijo: “He titulado esta investigación ‘Don Bosco, History and Spirit’ porque es una ‘historia’ de la vida y del trabajo de Don Bosco en una época especial que engendró una nueva situación religiosa y política y, por tanto, modeló también su modo de pensar y de actuar. ‘Carisma’ porque a través del discernimiento, de la interpretación y de la aceptación Don Bosco descubrió el significado de este nuevo mundo y respondió, con valentía, a los retos que de ello se derivaban: su vocación”.
Los libros, nacidos como apuntes en las clases, se ampliaron luego con apéndices de gran utilidad y valor.
Sobre el mismo trabajo, en el momento de su publicación en inglés, el entonces Consejero para la Formación y futuro Vicario del Rector Mayor, P. Francesco Cereda, escribió: “Ahora el mundo de lengua inglés tiene un referente de autoridad que garantiza el conocimiento de la historia y del espíritu salesiano y por lo tanto refuerza la identidad carismática. Es necesario, además, un gran esfuerzo de la difusión y uso del mismo trabajo, especialmente en todas las fases de la formación inicial”.
Y cuando se publicó el texto en español, editado por los sacerdotes Juan José Bartolomé y Jesús Graciliano González, los críticos subrayaron el valor del autor, definiéndolo como “un historiador que sabe identificar el hilo conductor y unir los asuntos humanos, fijando objetivamente la memoria y el recuerdo”. Además añadieron: “Utilizando el recurso hermenéutico ubica, valora, contrasta – y muchas veces – corrige, documentos e interpretaciones sobre Don Bosco tenidas por indubitables al sol de hoy. Derrumba contundentemente y definitivamente mitos y visiones superficiales… Obra extraordinaria, llena de tópicos y sendas. Excelente esfuerzo y logro donde se mezclan armónicamente una visión realista de la vida y obra de Don Bosco y su auténtica motivación religiosa”.
En este año 2022, cuando la Congregación se prepara para celebrar el 400 aniversario de la muerte de San Francisco de Sales y profundizar su figura a través de lema del Aguinaldo del Rector Mayor, "Haz todo por amor, nada por fuerza", también es útil leer algunas líneas que el P. Lenti dedicó a la espiritualidad “salesiana” de Don Bosco.
“Como salesianos, podemos entender la ‘espiritualidad’ como el medio en el cual nos movemos y nos relacionamos con los hermanos de la comunidad, con los muchachos, con las personas que comparten con nosotros la misión de educación-evangelización de la juventud; con la gente, en general.
Básicamente, la espiritualidad es amor, es caridad. No debemos ser 'sofisticados' en esto. En términos prácticos, si sustituimos el término espiritualidad con otro que tal vez nos ayude a expresar nuestra idea de un modo mejor, podríamos usar términos como amor, caridad, amistad, deseo de ayuda, disponibilidad para los demás, etc. Tomados en conjunto, estos términos podrían definir la espiritualidad de lo cotidiano como la entendió Don Bosco.
Es en este aspecto en el que se puede ver claramente la influencia de San Francisco de Sales. Podemos estar prácticamente seguros de que Don Bosco conoció bien la Introducción a la Vida Devota (Filotea), obra maestra del Santo Obispo de Ginebra. Es bueno recordar además que Don Bosco vivió como un místico, es decir con una fuerte unión con Dios, con los santos, especialmente con la Virgen, con quien hablaba con auténtica familiaridad. Más aún, él entendió la vida mística (espiritual) como amor cristiano en la práctica, vivido en el apostolado.
En este sentido nuestra espiritualidad no tiene horarios y se vive cotidianamente, de manera especial en el trato con los demás”.