En un comunicado emitido en nombre de la Iglesia de Myanmar, el cardenal lamentó por las “personas inocentes y abandonadas en los campos", "las tierras sembradas de minas personales", el “tráfico de seres humanos”, el “tráfico de drogas", que hace estragos y destruye los recursos naturales, y las minas de jade que crean conflictos y destruyen la naturaleza. “Esta es la causa principal del conflicto”.
El prelado salesiano vivió al lado de las personas de la zona de Kachin por 22 años “sabe del dolor y de las lágrimas”. Las lágrimas que comenzaron a fluir con mayor intensidad a partir de 2011, cuando el ejército birmano puso fin a: “alto al fuego" que duró 17 años y provocó una amplia ofensiva militar contra el pueblo de Kachin, creando una ola de refugiados y una emergencia humanitaria.
Por eso se pide “un esfuerzo de paz y de justicia que debe perseguirse con sinceridad”, con el objetivo de construir una nación”. La llamada del Arzobispo es la petición a todos las instituciones, para que todas las partes en conflicto pongan en la mesa de negociación todos los problemas a tratarse”. Pidió a los grupos armados de Kachin “a una búsqueda de nuevos caminos de la paz, participando en una conferencia de paz”, dado que “la guerra es siempre injusta”.
El mensaje de reconciliación firmado por el cardenal Bo invoca implícitamente, en la homilía pronunciada el mismo domingo 12 de junio en Yangon, durante la misa celebrada con motivo de la Jornada de la Comunicación, en la que había expresado: “Tenemos que escuchar causas profundas de estos conflictos, para construir puentes entre las culturas, llevar misericordia, escuchar a las víctimas, y también a los autores de los crímenes contra la humanidad y comunicar el mensaje de esperanza”.
Fonte: Fides