Es demasiado pequeño para recordar la muerte de su madre cuando tenía dos años, pero sí siente la falta de cariño que tuvo por su ausencia. El nuevo matrimonio de su padre supuso maltratos para él y para su hermano, que pasaban más tiempo en la calle que en casa.
A los 13 años Zuko quedó fascinado por las pandillas que a diario peleaban en la calle. “Todo el mundo les tenía miedo y era normal ver apuñalamientos. Sería la manera en que me reconocieran todos”, recuerda.
En realidad, en su interior Zuko nunca fue un pandillero ni violento, pero llegó el momento de demostrar al resto del grupo que él también era un “gran pandillero”. En una pelea apuñaló a otro joven. “Me sentí raro, todo lo vi en cámara lenta, tenía sangre en mis manos y al llegar a casa recé para que no muriera”.
Pero el detonante de su vida fue cuando en otra pelea golpearon a su gran amigo Shipo. Zuko dudó entre auxiliarle o salvar su vida y optó por esto último. Después supo que su amigo fue asesinado a golpes. El joven se sintió culpable y a la vez aislado por el resto de la pandilla por abandonarlo en la pelea, así que no le fue difícil dejar ese mundo de violencia.
“Si pudiera viajar en el tiempo cambiaría esa parte de mi vida. No puedo recordar nada bueno de aquello y por eso ahora me dedico a aconsejar y ayudar a los jóvenes y también a los adultos para estar más atentos a sus hijos. Necesitamos la sabiduría de los mayores para no perder la esperanza y encontrar respuesta a nuestros problemas juveniles”, asegura Zuko, convertido en líder juvenil y modelo a seguir gracias al carisma de Don Bosco y la oportunidad que le ha brindado Life Choice.