César Adalberto Acosta Barrera, de 18 años de edad, comenzó a asistir al oratorio que pertenece a la escuela en 2014 cuando estaba en 7º grado. “Empecé a ir al oratorio gracias a un amigo- nos narra César – Me explicó que era un lugar donde podía practicar fútbol y asistir a Misa todos los domingos. Pensé que esto era excelente porque podía jugar fútbol y acercarme a Dios. Disfrutaba cada reflexión que el Padre hacía en el oratorio, de cada partido de fútbol que jugaba y de la presencia de los todos los amigos que tenía”.
Un día, el párroco se acercó al joven y le preguntó si quería estudiar en el Colegio Salesiano Santa Cecilia. Inmediatamente dijo que sí y se le otorgó una beca. Barrera dice: “Cada vez que veía la escuela desde el exterior, me parecía un lugar increíble y la idea de estudiar allí me hacía muy feliz”.
En 2015, comenzó el octavo grado con una beca. Reflexionando sobre su primer día de escuela, Barrera nos dijo: “Recuerdo que estaba muy nervioso el primer día de clase -no conocía a nadie- y luego descubrí el carisma salesiano. Tanto los estudiantes como los profesores me hicieron sentir que la escuela era mi segundo hogar. Gracias a esta oportunidad, he podido crecer en muchos aspectos de mi vida, tanto en el aspecto académico como en el espiritual”.
Barrera añade: “Como estudiante en la escuela me he convertido en una persona que ha adquirido los conocimientos de la educación secundaria, además de desarrollar importantes habilidades como el trabajo en equipo, la comunicación y el liderazgo. He terminado mi segundo año de bachillerato técnico en electromecánica. Gracias a la beca que me dio la escuela he tenido la oportunidad de recibir una mejor educación académica y cristiana, lo que me permitirá tener oportunidades en el futuro”.
Los misioneros salesianos en El Salvador ofrecen servicios de desarrollo social y educación primaria, secundaria y técnica, así como programas de grado universitario para ayudar a los jóvenes a salir del ciclo de la pobreza y contribuir a sus familias y a sus comunidades.
Cerca de 35 por ciento de la población de El Salvador vive en la pobreza, según el Banco Mundial. Los jóvenes de El Salvador se enfrentan no solo a la pobreza, sino también a la inestabilidad, a altos niveles de violencia y a un acceso inadecuado a las oportunidades educativas. A pesar de estar en una posición alta en los indicadores económicos, la necesidad de educación técnica en el país es más importante que nunca, ya que el 12 % de los jóvenes de 15 a 24 años están desempleados y el 41 % subempleados.