Crecí y frecuenté una parroquia salesiana. Los Salesianos y las Hermanas de la Familia Salesiana visitaban a menudo mi casa, una experiencia importante. Mis padres crearon un ambiente de espiritualidad en la casa, enseñándome junto a mis cinco hermanos a orar y a ser generosos.
Cuando estaba en la escuela secundaria, un sacerdote diocesano vino a nuestro colegio, invitándonos a un campamento vocacional. Aunque mis padres tenían un gran respeto por los sacerdotes y por las hermanas, querían que estudiase, que sea una persona que gane dinero y que cuidase de mis hermanos menores, tal como es tradición en la cultura de mi tierra, Nagaland. Pero después de vivir el “campo vocacional”, tuve la sensación de que mi llamada era para una misión diferente.
Ha sido el Movimiento Juvenil Jesús (JY) que me ayudó mucho en el tema del discernimiento, porque me permitió tener experiencias misioneras.
Después de un año de trabajo voluntario, en Bangalore y Mysore, a 2.500 km de mi casa, decidí unirme a los Salesianos. Me dirigí al Aspirantado Misionero de Sirajuli. En aquel lugar creció mi vocación misionera y mi conciencia por las necesidades de los Salesianos de otros países.
Estudié filosofía en Yercaud, Tamil Nadu, al sur de la India. Ese fue para mí un verdadero "templo del conocimiento". Me he enriquecido intelectual, mental, espiritual y emocionalmente. También me enriquecieron algunas experiencias de servicio con jóvenes migrantes.
Terminé mi tirocinio en el Instituto Don Bosco de Guwahati, recibiendo un verdadero sabor de vida salesiana en toda su plenitud. Rodeado de jóvenes, tuve la oportunidad de acompañarlos, comprenderlos y escucharlos. En este lugar fortalecí mi vocación y decidí seguir de cerca a Jesús, según el carisma salesiano.
Una de las principales razones por las que elegí ser misionero ad gentes es que siento que el amor de Dios es demasiado grande, y que no puedo pagarlo, pero lo que puedo hacer es ofrecer mi amor y mi vida por Él y por su pueblo.
