En su homilía el P. Bonhomme comenzó recordando a los fieles la importancia de la vida espiritual para los cristianos, e insistió en señalar que siempre hay que estar listo para recibir al Señor. Toda nuestra existencia le pertenece a Dios: "Si vivimos, vivimos para el Señor, si morimos, morimos por el Señor".
La celebración trajo a la memoria muchos episodios y situaciones entre las muchas personas que todavía recuerdan con dolor lo que sucedió hace 8 años. Muchos han orado y conmemorado a los más de 200 alumnos salesianos que perecieron ese día, al salesiano coadjutor Hubert Sanon, que fue el primer salesiano haitiano, y otros tres jóvenes salesianos - Wilfrid Atismé, Valsaint Vilbrun y Pierre-René Richard.
El mismo día, por la tarde, los salesianos se dirigieron a la Universidad de Quisqueya, donde dos de los jóvenes salesianos muertos en estas circunstancias están enterrados. En una sala construida para la ocasión, los salesianos recitaron las Vísperas, elevando sus oraciones por todos los estudiantes que murieron allí, comenzando con los tres formandos salesianos. Todo el día transcurrió en una atmósfera de profunda meditación y reflexión sobre la fragilidad de la vida en la tierra.
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