Con un post en su cuenta de X @Pontifex, canal privilegiado para alcanzar simultáneamente a millones de personas en nueve idiomas, el Papa destaca la naturaleza íntima de este gran acontecimiento eclesial.
Una de las imágenes símbolo de cada Jubileo es precisamente la del Pontífice cruzando el umbral de la Puerta Santa. Se trata de una instantánea que se remonta a profundas raíces en la Edad Media. El primer peregrino en cruzar el umbral es siempre el obispo de Roma. Según la descripción hecha en 1450 por Giovanni Rucellai da Viterbo, fue el Papa Martín V quien, en 1423, abrió por primera vez en la historia de los años jubilares la Puerta Santa. En esa ocasión, el escenario era la Basílica de San Juan de Letrán. En la Basílica Vaticana, la apertura de la Puerta Santa se atestigua, por primera vez, en la Navidad de 1499. El Papa Alejandro VI quiso que se abriera no solo en San Juan de Letrán, sino también en otras basílicas romanas.
La Apertura de la Puerta Santa
La apertura de la Puerta Santa, por parte del Papa, marca el inicio del Jubileo. El Año Santo de 2025 que se está por abrir prevé, después de este rito, la celebración de la Santa Misa, en la noche de Navidad del Señor, dentro de la Basílica Vaticana. El muro que sella la puerta desde el lado interno ha sido desmantelado en días recientes y se ha extraído la caja metálica que contenía la llave que permite abrir la puerta. El Papa la empuja simbólicamente y, por motivos de seguridad, se ha abandonado el uso del martillo con el que se golpeaba el diafragma de ladrillos que antaño la cerraba por el lado exterior de la Basílica. Después del rito presidido por el Pontífice, la puerta permanecerá abierta todo el Año para permitir el paso de los peregrinos. Con este gesto, se puede vivir plenamente la indulgencia vinculada al Año Santo. Cruzar este umbral también significa que el propio camino de conversión está sellado por el encuentro con Cristo, la “Puerta” que nos une al Padre. Los jubileos se inscriben en una profunda historia de fe que abre sus puertas al mundo. Un camino en el que los pasos del Pontífice se unen a los del pueblo de Dios, por las sendas del perdón.
El Jubileo de 1900
El objetivo era vencer el desafío de la modernización. Este es uno de los principales propósitos del Jubileo de 1900. El 24 de diciembre de 1899 es el día de la apertura de la Puerta Santa. Desde las primeras horas de la mañana, L’Osservatore Romano en la edición de Navidad, observa “una inusual animación” en toda la ciudad. Carrozas elegantes, de cardenales, obispos, diplomáticos y príncipes, se dirigen “hacia el mayor Templo de la cristiandad”. También llegan muchos peregrinos a pie o en vehículos de servicio público. En la plaza, el espectáculo se vuelve “imponente por el fluir de las carrozas desde los barrios que rodean la Basílica”. El Papa León XIII “fue el primero y único” en cruzar la puerta y entrar en la Basílica. Una vez finalizada la función, se abren las entradas, permitiendo el acceso a los fieles.
El Año Santo de 1925
El 24 de diciembre de 1924, víspera de Navidad, tiene lugar, por mano de Pío XI, la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana. Con la solemne función, escribe el diario de la Santa Sede, “se da comienzo al Año Santo”. El rito se desarrolla en el pórtico de la Basílica de San Pedro: a la izquierda de la Puerta Santa se coloca el trono papal frente a las tribunas de los soberanos. Al fondo del pórtico destaca el coro de la capilla musical pontificia. Ante la estatua de Constantino, antes de entrar en el pórtico de la Basílica, el Pontífice sube a la silla gestatoria, coronada por el baldaquino. Tras el canto del "Veni Creator", Pío XI se acerca a la Puerta Santa y, tras recibir el martillo donado por el episcopado del mundo católico, golpea tres veces la Puerta Santa pronunciando las palabras rituales. Luego, cruza el umbral y comienza el Jubileo.
El Jubileo de 1933
En la conmemoración de los 1900 años de la muerte de Jesús, se convoca un Jubileo extraordinario. Para el Año Santo de 1933, llegan a Roma más de dos millones de peregrinos. El 3 de abril de ese año, la apertura de la Puerta Santa marca el inicio del Jubileo de la Redención. Durante toda la jornada, L’Osservatore Romano informa que “la afluencia a San Pedro, a San Juan, a San Pablo y a Santa María Mayor fue enorme”. Pocas horas después de la ceremonia inaugural, Pío XI recibe en audiencia especial a quinientos peregrinos de la arquidiócesis de Milán, que han viajado a Roma para asistir a la apertura de la Puerta Santa. De ese primer peregrinaje del Año Santo, recuerda el diario de la Santa Sede, forman parte “representaciones de las más diversas actividades laborales”, incluidos ferroviarios, empleados y electricistas.
El Año Santo de 1950
Es el 24 de diciembre de 1949. El mundo cristiano, titula el día de Navidad L’Osservatore Romano en primera página, “exulta por el excepcional don de gracia”: el Papa Pío XII abre, con tres golpes de martillo, la Puerta Santa. El Pontífice viste una amplia túnica de seda blanca, el alba, la estola, el manto y la mitra blancas. Precedido por el Sacro Colegio, se dirige primero a la Capilla Sixtina, para la adoración al Santísimo Sacramento. Luego entona el himno “Veni Creator” y desciende, por la Escalera Regia, hasta la estatua de Constantino.
Pío XII entra entonces en el pórtico de la Basílica y recibe el martillo. Por primera vez golpea la Puerta Santa cantando el versículo: “Aperite mihi portas Justitiae”. Luego, golpea la puerta una segunda vez cantando “Introibo in domum tuam, Domine”. El siguiente golpe de martillo se acompaña de las palabras: “Aperite portas quoniam nobiscum est Deus”. Tras este tercer golpe, el muro de la Puerta Santa cae. El Pontífice, que en la mano izquierda sostiene una vela símbolo de la fe y la caridad, avanza a cabeza descubierta y entona el “Te Deum”. El Papa Pacelli es el primero en cruzar el umbral. Son las 10:55 y se abre el Jubileo.
El Jubileo de 1975
El Año Santo de 1975 fue dedicado a la reconciliación. El rito de apertura de la Puerta Santa, la noche de Navidad de 1974, se inició con la entrada del Papa Pablo VI precedido por el clero en el atrio de la Basílica. Después del canto de invocación al Espíritu Santo, recuerda L’Osservatore Romano, el Pontífice se acerca a la Puerta Santa. El cardenal penitenciario mayor le entrega el martillo. Pablo VI golpea tres veces la Puerta y canta, alternativamente con la asamblea, los versículos que comienzan con las palabras: “Ábrame las puertas de la justicia”.
Una vez terminado el canto, el Papa regresa a la Sede y en ese momento se retira la Puerta Santa. Los marcos son lustrados con agua bendita por los cuatro penitenciarios de la Basílica Vaticana. Luego, la Schola entona un Salmo y el Pontífice canta la antigua oración "Deus qui per Moysem". El Papa se arrodilla en el umbral de la Puerta Santa y, sosteniendo la cruz pastoral en la mano, cruza el umbral.
En el momento de la apertura, como se ve en el video de la época, algunos escombros cayeron desde arriba, rozando a Pablo VI, afortunadamente sin consecuencias. Esta circunstancia llevó a una modificación del rito y el muro que cerraba la puerta fue construido desde entonces dentro de la Basílica.
El Año Santo de 1983
En 1983 se celebra el Jubileo de la Redención, un puente hacia el tercer milenio. Juan Pablo II convoca a la catolicidad a celebrar este Año Santo para conmemorar el evento de la muerte y la resurrección del Señor.
El Jubileo del 2000
La noche de Navidad del 24 de diciembre de 1999, Juan Pablo II, revestido con un pectoral de colores cambiantes, abre la puerta del Gran Jubileo del 2000. En el largo silencio que acompaña los gestos del Pontífice parece condensarse la historia de dos mil años. De rodillas, con las manos aferradas a la Cruz, el Papa Wojtyła abre el Año Santo. Son los albores del tercer milenio.
El Año Santo de 2015
La apertura del Jubileo extraordinario de la Misericordia en 2015, en el 50º aniversario de la finalización del Concilio Vaticano II, se relaciona con dos fechas: la del 29 de noviembre, día en que el Papa Francisco abre la Puerta Santa de la catedral de Notre-Dame de Bangui, durante su viaje apostólico a África, y la del 8 de diciembre.
El Jubileo es un don de gracia. El próximo Año Santo de 2025 continúa estos tiempos especiales de gracia, trazando sus orígenes hasta 1300 y el papado de Bonifacio VIII. “Ahora”, enfatiza el Papa Francisco en la proclamación Spes non confundit, “ha llegado el momento de un nuevo Jubileo, para abrir de nuevo la Puerta Santa y ofrecer la experiencia viva del amor de Dios, que inspira en el corazón una cierta esperanza de salvación en Cristo”.
Fuente: Vatican News