La congregación fue fundada por el salesiano don George Puthenpura, nacido en India y originario del estado de Kerala, misionero entre los indígenas de Guatemala desde 1970. Dicha congregación está integrada actualmente por unas setenta religiosas entre profesas y novicias, 22 de las cuales participan en el Capítulo.
Como comunicó el padre Puthenpura, el Capítulo general quiere ser una ocasión para reflexionar y sacar consecuencias de la consideración del “Plan único que Dios ha trazado para nosotros desde la eternidad, según su gran Plan de Salvación”.
La Congregación de derecho diocesano de las Hermanas de la Resurrección nació de la realidad de cientos de indígenas que se regocijaban en llevar la buena noticia del Evangelio de pueblo en pueblo, a pesar de que el 90% de ellos eran analfabetos. Las niñas también querían participar en esta misión y esta posibilidad les fue ofrecida con la llegada de las Hijas de la Caridad.
El 15 de septiembre de 1977, nueve "voluntarias" que vivían con estas monjas, dirigidas por el padre Jorge, comenzaron una experiencia de vida comunitaria con la perspectiva de hacerla estable, en una casa independiente. El mayo anterior, el entonces Inspector salesiano de Centroamérica, padre Ricardo Chinchilla, había hecho la inesperada propuesta de organizarlas como comunidad religiosa indígena, indicándoles el procedimiento y facilitándoles los medios. Fue algo providencial.
Así, el 31 de enero de 1980, tres jóvenes del grupo expresaron el deseo de formar una "pequeña comunidad" con el fin de servir a los hermanos campesinos. El 31 de enero de 1987, la comunidad fue aprobada por Monseñor Gerardo Flores Reyes, entonces obispo de Verapaz, quien también validó los votos de 14 hermanas y admitió a las tres primeras a votos perpetuos. Luisa Che, pasó a ser la primera superiora y el centro “Talita Kumi” se preparaba para convertirse en la obra más significativa de la congregación.
Esa “pequeña comunidad” hoy está verdaderamente inculturada: las hermanas son todas indígenas, aunque no sea un requisito estatutario. Al principio la mayoría de ellas eran analfabetas, pero esto no les impidió transmitir una profunda y sentida riqueza cultural. Su apostolado es y sigue siendo el de inculturar el Evangelio y ayudar a sus hermanos y hermanas más pobres a través de la catequesis y la promoción humana y social -especialmente en lo que respecta a los jóvenes y las mujeres- a través de la alfabetización, la educación en salud, la vida familiar, la economía doméstica, la agropastoral y actividades comerciales con pequeñas redes cooperativas de microcrédito…
La Congregación representa así una experiencia totalmente nueva, bajo la bandera de su distintivo y significativo lema: "Cristo ha resucitado, nosotros también resucitamos con él". El cirio pascual se ha convertido así en el símbolo de la Comunidad.
Para más información, visite el sitio web: https://fundaciontalitakumi.edu.gt/