¿Por qué, en su opinión?
Sabe lo que decía Don Bosco a los gobernantes hace 150 años: “Si la política de hoy no se ocupa de los niños de la calle, mañana la sociedad se encontrará con graves problemas. Encontrará a gente con un arma en la mano”. Son palabras de gran actualidad, que deberían llamar a todos a un compromiso extraordinario hacia una sola dirección: los jóvenes.
En los últimos meses, Palermo ha descubierto la violencia de las pandillas juveniles. ¿Cómo enfrentar el problema?
Es una emergencia en muchos países, un tema complejo. En El Salvador, los allanamientos de las maras han alcanzado niveles preocupantes. Sólo la acción conjunta entre las instituciones y la sociedad puede dar una respuesta. Porque los arrestos no son suficientes, necesitamos tener un impacto más profundo en la sociedad.
¿Qué expresa la violencia de las pandillas juveniles?
Tenemos que ser capaces de captar la gran desconfianza que los jóvenes sienten hoy ante su futuro. Es un momento realmente delicado, pero como educador solo puedo insistir en el único camino que conozco, el del diálogo. Cada uno lo debe realizar en su ámbito y luego también de forma organizada. Por ejemplo, deberíamos crear cada vez más mesas redondas para sentarnos, para resolver los problemas que aquejan a nuestra gente.
¿Cuáles deberían ser las prioridades hoy?
Hay familias que hasta hace poco vivían con dignidad: ahora van al banco de alimentos a pedir ayuda. Tenemos la responsabilidad de estar siempre alerta y atentos a lo que sucede entorno nuestro.
¿Cuánto afecta la crisis familiar al sufrimiento de los jóvenes?
La fragilidad concierne principalmente a las familias, que deben en todo sentido ser apoyadas en la etapa histórica que estamos viviendo, complicada por la pandemia.
En su opinión, ¿fueron efectivas las intervenciones realizadas en este período en los diversos aspectos del malestar social?
Siempre es un problema intervenir en la ola de emergencia. Más bien, necesitamos invertir profundamente en el mañana. Sobre todo, en la educación y la cultura. Solo de esta manera podremos lograr resultados significativos.
¿Cuál es el modelo de escuela que realmente habla a los jóvenes, incluso en las zonas más difíciles del sur del mundo?
El método educativo de Don Bosco y el compromiso de los salesianos en 140 países nos dicen que sólo hay un camino: estar entre los chicos, siempre.