La sesión fue facilitada por el padre Ambrose Pereira, SDB, Delegado de Comunicación Social de la Visitaduría de Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón (PGS) y Coordinador de Comunicación Social de la región AEO. A la cita, realizada en la plataforma Zoom, asistieron 31 Delegados y responsables de Comunicación Social de las diversas Inspectorías y Visitadurías de la Región.
Los trabajos permitieron a los participantes lograr una comprensión básica sobre el tema de la inteligencia artificial (AI, en inglés) a través de imágenes y videos cortos. Hablamos del aprendizaje mecánico y del aprendizaje profundo, de la Inteligencia Artificial Restringida, que se refiere al aprendizaje automático para realizar tareas generales, y de la Inteligencia Artificial General, que utiliza la inteligencia informática para resolver tareas complejas de forma más rápida y veloz de lo que puede hacer el cerebro humano; finalmente, se introdujo el concepto de Súper Inteligencia Artificial, algo más inteligente que el cerebro humano, como una posibilidad para el futuro.
En la sesión se observó que la AI ya ha sido capaz hoy de cambiar la formas de vida: su presencia es visible en la variedad de actividades diarias.
Durante la sesión, el grupo abordó el hecho de que las máquinas nunca podrán superar a los humanos que las crearon. Sin embargo, de diferentes maneras los humanos son llevados a pensar, creer y actuar haciendo clic sin pensar, dejándose guiar por los algoritmos escritos para los distintos dispositivos.
En las discusiones grupales posteriores, los participantes se enfrentaron a las siguientes preguntas: "¿Se hará cargo la AI de nuestras vidas y nuestro mundo? ¿Cuáles serán los efectos sobre nuestros valores, nuestra fe, nuestras acciones y nuestros comportamientos? ¿Podemos tener un sistema de valores de AI basado en la ética?
Del intercambio surgió la necesidad de garantizar que esta poderosa herramienta se pueda utilizar siempre con fines positivos: educar, empoderar a las personas y lograr el bien de la sociedad. Por ello, se reiteró la responsabilidad de todos a comprometerse a utilizar la AI para construir relaciones que involucren confianza, promover valores, culturas y sobre todo la fe.
Por lo tanto, es imperativo que la IA sea confiable, que tenga estrictas medidas de seguridad de datos y que se adhiera a un código de ética que muestre transparencia por el bien de la humanidad.
Los participantes, en su mayoría educadores, también se comprometieron a acompañar a los jóvenes y ayudarlos a pensar de manera diferente, para que se detengan a pensar antes de hacer clic, “Me gusta” o reenviar los contenidos que reciben. “Miramos hacia adelante con la esperanza de que el hombre y la máquina trabajen juntos no como enemigos, sino como amigos”, fue el legado final de la sesión de trabajo.