Hace 46 años, hacia las 10,30, de la mañana del 15 de julio de 1976, tuvo lugar el glorioso sacrificio del misionero salesiano y el de su amigo nativo. Este año, con motivo del 46° aniversario del martirio, el padre Klemens Deja celebró la Misa, en la que también participaron tres sacerdotes diocesanos y el padre Douglas Chrystiano, en representación de la comunidad salesiana de San Marcos. Durante la celebración, don Deja recordó la importancia de este martirio para todo el pueblo Bororo y del sentimiento misionero para llevar la Buena Nueva.
Posteriormente, las tumbas en las que están enterrados los dos Siervos de Dios fueron adornadas con flores primaverales y fue encendida una vela en cada sepultura, para recordar la gran fe que los llevó al más alto grado de donación de la vida cristiana.
Además, para conmemorar esta fecha, el padre João Bosco Maciel, Secretario de la Inspectoría Brasileña de Campo Grande (BCG), a la que está vinculada la misión Meruri, envió una propuesta de oración a toda la Familia Salesiana, recordando una célebre frase del padre Rodolfo Lunkenbein: "Morir por la causa de Dios, este sería mi sueño".
Un sueño que, como recordaba don João Bosco Maciel, “se hizo realidad para realizar el sueño misionero de Don Bosco. En este tiempo de oración queremos agradecer al Padre por el don del martirio que ha concedido a nuestra Iglesia de Mato Grosso, a la Congregación Salesiana y a nuestra Inspectoría. El martirio no es fruto de un proyecto personal, es un don de Dios, acogido con libertad y alegría. Como Jesús, que sintiendo la amargura del cáliz, angustiado por el peso del sufrimiento, se ofreció gratuitamente a la Pasión; (Plegaria Eucarística II), así el padre Rodolfo Lunkenbein y Simão Bororo, que estaban trabajando hasta el momento en que tuvieron que renunciar a su vida, fueron con coraje hasta el supremo sacrificio”, concluyó el padre Maciel.
Fuente: missaosalesiana.org.br