Gracias a él se tienen las últimas fotos de los indios Alakaluf, Ona, Tehuelche e Yamana, poblaciones ahora extintas. Si hoy sabemos cuánto ha retrocedido el hielo al final del continente americano es también a la comparación entre las fotos actuales del satélite y las que De Agostini tomó a principios de siglo. Sus rodajes fotográficos y cinematográficos permitieron establecer las fronteras en las cumbres de los Andes argentino-chilenos hace casi un siglo. Si hoy hay un flujo turístico impresionante en la Patagonia y Tierra del Fuego es también gracias a sus guías turísticas, sus películas y sus libros.
Nacido en Pollone-Biella en 1883 y salesiano ya a los dieciséis años, tan pronto como fue ordenado sacerdote en 1910, partió como misionero para la Patagonia Austral. Trabajó como maestro dentro de las obras salesianas, pero durante los meses de verano se dedicó a explorar las tierras, las aguas, las tribus que habitaban a ambos lados del Estrecho de Magallanes. Escalador apasionado, cartógrafo de nacimiento, experto fotógrafo, explorador impenitente, también se improvisó como antropólogo, geólogo, botánico, zoólogo, escritor. En 1920 regresó a Italia para imprimir su primer libro "Mis viajes en Tierra del Fuego". Fue un rotundo éxito internacional, que se renovaría también para el resto de publicaciones en las siguientes tres décadas.
En el "fin del mundo" padre de Agostini volvió ocho veces, desde 1928 hasta 1958, acompañado de eruditos y de los mejores guías alpinos. Cada vez se quedaba unos meses o unos años. Durante sus largas pausas en Italia echó una mano como profesor y confesor en las casas salesianas de Turín, mientras se dedicaba a ordenar sus investigaciones, publicar libros, escribir artículos en revistas especializadas, dar conferencias, participar en eventos científicos. No descansó hasta que su sueño se hizo realidad: a los 74 años organizó con éxito una empresa que había soñado durante 35 años: la conquista del mítico Monte Sarmiento (2.235 m).
Después de tanto girar por lugares inexplorados, entonces pudo descansar a la sombra del santuario de María Auxiliadora en Turín, donde falleció el día de Navidad de 1960. El Don Patagonia, como le apodaron, es un salesiano que honró a la Congregación Salesiana, a la Iglesia, a la ciencia.