Don Bosco intuyó que la formación profesional no era solamente el lugar para enseñar “técnicas” a sus muchachos, sino un lugar de formación en valores.
Los coadjutores – en algunos países se llaman “hermanos” – nos recuerdan que nuestra primera vocación salesiana es la “vocación consagrada” que nosotros salesianos vivimos en la laicidad, como hacen los coadjutores, o en el ministerio sacerdotal, como hacen los sacerdotes.
No solamente está el desafío de vivir y poner al día la “identidad” de los salesianos coadjutores. Sino también la verdadera identidad de los salesianos presbíteros.
Muchos salesianos presbíteros pierden su identidad “salesiana” asimilándose a un concepto “diocesano” de sacerdote.
Es una tarea de identidad: como entender la laicidad consagrada hoy, cómo y dónde vivirla en este nuevo contexto de hoy y como formar al salesiano coadjutores.
Los centro de formación después del tirocinio como el “Centro Regional del Salesiano Coadjutor” (CRESCO) de Guatemala, al servicio de las dos regiones de América está ya en el año 28, en dos lugares diferentes: primero San Salvador y ahora Guatemala.
El desafío es entender correctamente la genial intuición de don Bosco, entonces la Salesianidad es importante para conocer lo que don Bosco quería, entender la nueva cultura de hoy para saber dónde el hermano coadjutor puede vivir su laicidad consagrada y como formar a los nuevos coadjutores.
El Rector Mayor insiste mucho en presentar siempre y bien la única vocación salesiana vivida en sus dos formas: laicidad y ministerio.
Son algunos de los desafíos de hoy.