Después del mensaje del año pasado, dedicado a la necesidad de "ir y ver" para descubrir la realidad y poder contarla a partir de la experiencia de los hechos y del encuentro con las personas, este año el Papa se centra en el verbo "escuchar".
El Pontífice inicia su reflexión explicando que la escucha de la que habla “está esencialmente ligada a la relación dialógica entre Dios y la humanidad. 'Shemá' Israel - Escucha, Israel' (Dt 6,4), el incipit del primer mandamiento de la Torá, se propone continuamente en la Biblia, hasta el punto de que San Pablo afirmará que 'la fe viene del escuchar'" .
Por tanto, si escuchar al corazón es una relación, entonces prestar “atención a quién escuchamos, a lo qué escuchamos, y cómo escuchamos", es el elemento decisivo para poder crecer en el arte de comunicar.
El Papa precisa entonces que la escucha es "condición de una buena comunicación". Y ante las muchas situaciones de la vida pública en las que en lugar de dialogar "se sobreponen las frases", o de la vida cotidiana, en la que simplemente esperamos "que el otro termine de hablar para imponer nuestro punto de vista", el Papa propone la virtud de la paciencia, "junto con la capacidad de dejarse sorprender por la verdad, aunque sea un fragmento de verdad, en la persona que escuchamos".
Por eso, después de haber animado y elogiado a los periodistas que abren sus oídos para “escuchar profundamente”, especialmente el malestar social y realidades como la de los migrantes, el Papa invita a toda la Iglesia a escucharse unos a otros.
“Debemos escuchar a través del oído de Dios si queremos poder hablar a través de su Palabra”, dice Francisco, citando al teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer; más aún, en un itinerario como el actual camino sinodal, por el que el Papa Francisco está conduciendo a la Iglesia.