Después de graduarse en la secundaria, Annegret en el año 2000 quiso ir a Bolivia o al menos a un país de habla hispana. Finalmente, fue enviada a Brasil. "Todavía recuerdo al padre Karl Oerder, SDB, diciéndome: 'Brasil está muy cerca de Bolivia y los portugueses son casi españoles'". La entonces joven de diecinueve años contrató un seguro de viaje, organizó el vuelo y unos meses después estuvo en Corumbá, Brasil, para pasar un año trabajando con niños socialmente desfavorecidos.
Annegret pertenece a la primera generación de "Voluntarios Don Bosco". “Hace veinticinco años, en 1996, enviamos por primera vez a un voluntario al extranjero, a Irlanda -recuerda el padre Stefan Stöhr, Coordinador de los Servicios Voluntarios de los Salesianos en Alemania”. Añade que “mucho ha cambiado desde entonces”, refiriéndose no solo a los más de 800 hombres y mujeres jóvenes que siguieron el ejemplo del “pionero de Irlanda” y que completaron un año de voluntariado en el extranjero con la asociación salesiana. De hecho, en 2003 se contrató al primer empleado de los “Voluntarios Don Bosco”; desde 2008 los salesianos han estado enviando voluntarios a través del programa “Weltwärts” del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania; y desde 2010 la organización coordina proyectos de voluntariado también en los propios países, como parte del Año Social Voluntario y del Servicio Voluntario Federal, y desde entonces hasta ahora más de 400 voluntarios han aprovechado esta oportunidad.
El trabajo con los jóvenes voluntarios también tuvo un incremento en profesionalidad. En particular, ha cambiado la preparación de los jóvenes antes de su estadía en el extranjero, que inicialmente incluía una única cita para conocer mejor el destino y que en cambio ahora prevé un fin de semana informativo y tres seminarios preparatorios de varios días. Sin mencionar que la asistencia a los voluntarios durante y después de su servicio y la gestión de emergencias se ha profesionalizado y ampliado considerablemente.
Los objetivos del servicio voluntario siempre han sido los mismos: “Aquellos que pasan un año de voluntariado en nuestra comunidad global reconocen -explica el padre Stöhr- sus fortalezas y debilidades, se vuelven más independientes y conocen otras formas de vida. Además, cuando los voluntarios ayudan a niños y jóvenes, en Alemania y en todo el mundo, también aprenden a conocerse mejor a sí mismos y a desarrollar su propia personalidad”.
Emma Dierkes, de 20 años, ha trabajado en Ruanda desde septiembre de 2019. Hoy está estudiando para ser maestra de escuela primaria y se beneficia enormemente de sus experiencias en ese país. Habiendo aprendido ella misma lo que significa tener dificultades con una lengua extranjera, hoy declara: “Soy mucho más comprensiva cuando hablo con niños que tienen dificultades para expresarse”.
Como la propia Annegret, que hoy dice: “Pienso que al regresar sentí de alguna manera más gratitud al ver las oportunidades que tengo aquí”. De hecho, hoy, que ella es madre de familia, desea que sus hijos puedan tener una experiencia de voluntariado: "Esperamos que ellos también tengan la oportunidad de aprender mucho sobre sí mismos y el mundo como voluntarios en el extranjero, cuando tengan la edad adecuada para hacerlo".
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