“Estos dos primeros meses los hemos vivido con la alegría y el entusiasmo de quien recibe a un nuevo miembro de la familia”, testimonian los salesianos de la obra. Este clima es vivido y compartido en toda la obra, por alumnos, papás, docentes, colaboradores y por la comunidad salesiana, en un espíritu de apoyo mutuo, afecto, apoyo y guía de los más grandes hacia los más pequeños.
“Más que un proyecto - afirman los religiosos - es la realización de un sueño tenido por pocos, pero vivido plenamente por todos”.
Las actividades de la escuela primaria se están desarrollando entorno a una antropología entusiasta, confiada a la misión de amar, aprender y crear “¡Escucha y elévate!” es el lema.
Los salesianos y los educadores laicos están empeñados en amar y desafiar a los niños para que desarrollen al máximo su potencial, y trabajen en una lógica de proyecto, de grupo colaborativo y cooperativo, en donde el elemento común es el amor fraterno, donde la tristeza de uno es la tristeza de todos, donde en éxito de uno es el éxito de todos.
En constante diálogo con los papás de los niños, los hijos espirituales de Don Bosco, buscan formar niños autónomos, interviniendo en los procesos de enseñanza y aprendizaje, para que sean artífices de su saber y disponibles a colaborar con los otros en la elaboración de los significados. Cada día las decisiones son tomadas con amor y por amor, buscando estimular el pensamiento crítico y de evaluar las cosas de manera constructiva, dinámica y positiva.
“Queremos niños justos para un mundo justo”, concluyen los salesianos de Mogofores.